Todo comenzó con la genial idea de que podías comunicarte a través de un simple aparato con todo el planeta, sólo necesitabas un pc y una conexión a Internet y listo, el mundo en tus manos.

Recordemos que en esa época el internet era lentísimo, yo que tuve la suerte de vivir esa inolvidable experiencia de ver bajar lentamente la página a la que querías acceder como niño con juguete nuevo. El tiempo te alcanzaba para ir a buscar algo de comer, para ir al baño e incluso para hablar por teléfono con alguna amiga y contarle lo que poco a poco aparecía en la pantalla.

Luego descubrí la maravilla de entrar a una sala de chat. Vamos, con un nick inventado que correspondía a tu identidad en ese instante, en ese momento y que claramente poco hablaba de ti, de tu vida tus costumbres, tus gustos... quizás alguien por ahí escribía algo relacionado con su vida normal y real, pero por lo general los nicks apuntaban a cualquier cosa menos a una identidad propia y definida. Para qué citar algunos apodos con los que me tocó interactuar, si basta con decir que los leías y ya daban ganas de salir corriendo.

Ahora “conozcamos” gente, con un par de preguntas modelo, que si mal no recuerdo eran del tipo: “hola, ¿cómo estás?, ¿de dónde eres?, ¿cuántos años tienes?, ¿cómo eres?, ¿a qué te dedicas?, etc. etc. Preguntas vanas acompañadas de respuestas igualmente vanas y lo más probable es que más del 60% fuera mentira.

Pero ojo, no nos quedamos sólo en ese paso, ahora viene una parte que resultaría más emocionante: que tal si conocemos a esa espectacular persona con la que habíamos chateado por dos eternos meses, imaginando su cara, sus gestos, incluso su voz, si es que ya no le habías pedido un número telefónico para escuchar su melodiosa voz.

Y bueno ahí estaba en un conocido mall, esperando al famoso “amigo” que había conseguido gracias al chat. Nos habíamos dado algunas características para reconocernos y de pronto aparece un chico que ciertamente se alejaba bastante de la descripción. Al ver que se acerca tan decidido, te das cuenta que en realidad es la persona que esperabas.

Claro, a ti te reconoció de inmediato porque tu fuiste bastante ingenua al mandar la mejor de tus fotos para que te “conociera” mejor. ¿Su foto? Claro está, nunca llegó a tu mail, quizás problemas con la red, el archivo rebotaba, bla bla bla, excusas para no mostrar su identidad real a su nueva y esperanzada amiga.

Cuento corto, físicamente el tipo no se parece en nada a lo que esperabas, pero espera, es sólo el envase y no te confundas, que dentro de ese aparataje llamado cuerpo puede esconderse un alma inmensamente bella que puede llegar en un momento crucial de tu vida y cambiarla por completo para mejor.

En fin, cosas de los chats... ¿qué estaría pensando la persona a quién se le ocurrió semejante idea?

Saludos,