La abuela era un ser inquietante, calido pero siniestro, tantas historias turbias sobre su pasado nunca permitían sentirte en paz con ella, solamente admirado.

su herencia nacía de una raza fuerte e indomable salvo tal vez por el alcohol que claramente era también su debilidad.

Al verla, seria y fría entre flores, me estremeció sentir que su calidez seguía desbordando de las tablas a todos los lúgubres espectros del rededor; que asumían esta su ultima caricia.

mas aun me turbaba el efecto que dicha calidez no me tocara, estaba aterrado de no sentir ni el mas mínimo sufrimiento por ese costal de huesos temía profundamente ante mi inhumanidad el vació me consumía al no poder derramar una sola lagrima... ese fue el ultimo regalo que me dejo la abuela