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Han escuchado pregunta más estúpida que esa de:

¿Por qué tienes las orejas tan grandes?

O en otra versión, el tremendo descubrimiento de:

¡Qué orejas tan grandes tienes!

Ambas cuestiones nos pueden conducir por dos caminos. Reflexionar acerca de la infancia desprotegida tan en boga por estos tiempos extraños y por la senda del buen humor que nos regalará más de una sonrisa.

Optaré por la segunda alternativa...

¿Por qué tienes las orejas tan grandes?

Qué burrada, pero qué grado de tontería de esta chicuela que o bien se hace la tarada o en verdad nació así y por eso su madre la mandó al bosque para que se perdiera ya de una buena vez, digamos que para siempre, pero no, tenía que haber un leñador, tenía que haber un héroe con hacha en mano para rescatarla...

La madre perfecta se había deshecho ya de su progenitora, todo estaba listo y el pretexto de mandar a la beba al bosque era sólo para confirmar su deceso y de pasadita, pues ya sabemos...

Hija de madre tan astuta tenía que ser este engendro vestido como semáforo en medio del bosque, así su madre lo decidió para que no escapara a la mirada de algún animal hambriento, ya sabemos de tan benignas intenciones...

¿Por qué tienes las orejas ta grandes?

Ella sin ningún signo de buena educación, llega y entra, abre la puerta como quien fuera la dueña del lugar, a pesar del tiempo, esta mocosa se parece a cualquier hijo de vecino de estos días; que hay que ver el comportamiento de los chicos en lo que va del nuevo siglo, todo es de ellos, todo les pertenece, hasta la palabra que nunca pidieron y se sentaron en todos los preceptos de los que crecimos escuchando estos verdaderos cuentos de terror y guardando silencio como signo de buena educación.

Entra, y qué ve: a una abuela desmejorada, cubierta de pelos, que está bien la pérdida de hormonas y uno que otro pelo en el rostro, pero nunca tanto como para transformarse en la bestia peluda que allí descansaba.

Qué edad tendría Caperucita? Esta niña que ni siquiera tiene nombre, un apodo, un seudónimo; nada, sólo el risible nombre de una prenda de vestir con apellido y todo: Caperucita Roja. Esta pequeña inocentita, como ya sabemos, se acerca y hace cada descubrimiento...

Que las manos, que la nariz, que la boca y la pregunta del millón y que da origen a este escrito. Todo puede transformarse, tal vez por un juego de sombras, de penumbras; pero eso de las orejas es imperdonable. Acaso esta niñita no razona? Nadie tiene las orejas largas y peludas, a no ser que visites a la familia aquélla de la televisión , pero cualquiera sabe que su abuela no tiene esas características y ella dale con preguntar, no razona...

Claro que si pensamos en las decisiones de la madre, vaya uno a saber qué ocurría en esa familia donde cada quien anda por su lado expuestas a cualquier situación riesgosa, como ya conocemos. Si así fuera estoy casi por justificar a esta niñita que por siglos ha soportado la misma ropa, los mismos chistes perversos que dan origen a todo tipo de historias y nos trae al presente la inevitable reflexión acerca de los niños de este siglo XXI que ya no visten de rojo, pero se enrolan a esta misma edad en cuanta tribu urbana se instala en este Chile que carece de identidad y entonces me surge la idea: Y si vestimos a todas las niñas con traje de china, de campesina? Andarían ellas preguntando acaso por las orejas de sus abuelas recostadas después de la agotadora jornada del cuidado de sus dulces nietecitos?

¿Por qué tienes las orejas tan grandes?

Una pregunta profunda, de peso, que es un claro indicador de esta incomunicación, donde la chica trata infructuosamente de entablar un diálogo, que jamás será...

Por qué no le consultó a su madre sobre el propósito de este encargo? Imposible, era una orden. Por qué no piensa sobre esa puerta abierta? ¿Por qué no le hizo pregunta alguna al leñador?

El lector habrá reparado que o bien Caperucita estaba en plenas vacaciones de invierno, a juzgar por la capita, que de lo contrario no se justifica, o bien que nunca fue a la escuelita del bosque , sí, puede ser...porque de lo contrario no andaría por la vida preguntando estas cosas tan filosóficas.

Tal vez era disléxica...

FATAMORGANA
Patricia Lara Arriagada.

Texto agregado el 15-07-2008, y leído por 568 visitantes. (17 votos)


Lectores Opinan
01-09-2008 Muy buena, muuuy buena reflexión, casi tan buena (textura) como su autora! Un saludo, y es que no la había leído, no la había leido! marxtuein
17-08-2008 Es buenísimo... y comparto la idea de la generación de los dueños de todo y sin deberes con nadie. saitek
08-08-2008 gracias por comentar y leer mis escritos. Alex_Draven
07-08-2008 : ) i like. Alex_Draven
06-08-2008 Supongo que todos los cuentos tienen detalles idiotas pero la mayoría de nosotros las acepta porque es un cuento, porque si no hay complicidad lector-relato la cosa no resulta. escolastica
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