Un día más.
Aun es invierno, pero la primavera lo desplaza a codazos poblando los grises de perlados y piares.
Los gestos adustos van perdiendo el rictus y se comienzan a transformar en caras hinchadas de alergias y brotes.
Me causa mucha gracia observar cómo cambian los estados de ánimo a medida que se despojan los ropajes de abrigo.
Alguna vez escuche a un cientificista erudito emparentar estados con bío-ciclos corporales y yo realmente preferiría una explicación más romántica, más ligado a la humanidad de ser, mas falible que un hecho físico químico.
Soy un buscador, un observador de la vida, desprovisto de participación a la hora de recorrer historias ajenas.
Un voyeur indiscreto tratando de entender mecanismos ocultos dentro de las personas y ¿por qué no?,…¡los míos propios!!!!
En ese hurgar obsesivo que orilla el desquicio, escudriñando en sentimientos y mentes, he vivido mucho mas de los que mis tiempos humanos me hubiesen permitido. Acompañando acontecimientos diarios, haciendo una nueva novela cada uno de mis días.
Pero también esa observación casi psicópata, tornó en descreimiento a la fe, llenándome de una soberbia apática y agnóstica. Una coraza inexpugnable que hacia inalcanzable para cualquiera la posibilidad de llegar a mí ser interior.
Sin querer la conocí.
Se presento como una vorágine de energía y ansias.
A su paso bebía emociones como si mañana no fuese a despertar y pisoteaba represiones inocentemente, inconsciente de escarmientos o frustración.
No podía dejar de mirarla.
Era mí alter ego, en su máxima expresión. El yang oponiéndoseme, el beso que duele como un cachetazo.
Desde el primer momento tuve miedo.
Jamás nadie fue para mí, un justo oponente. Pero algo en ella me ponía instintivamente en guardia, e impedía que pudiese manipular situación alguna.
Hacía esfuerzos supremos por mantener imágenes y formas, pero su sola atención, me mutaba a un ser indefenso y pusilánime.
Traté de escapar, y pude lograrlo finalmente. Pero ya nunca pude volver a ser el mismo. No volví a ser una unidad, un todo.
Ahora ya sé que algo falta, algo siempre nos falta. Ahora lo sé.
Hoy es un hermoso día, camino la ciudad observando, buscando. Pero, ahora sé cuál es la búsqueda.
No más caras, sino la suya. Un gesto que la descubra entre miles.
Ya no brillos, ni alergia alguna, sino su sonrisa y desparpajo.
Y estoy seguro, que no es tarde.
Estoy seguro, desde que huí poseído por el miedo y nunca jamás pude ya, desprenderme de la melancolía.
Desde aquel…día que volví a creer.
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