CANELA BAJA
El día lo hemos pasado en la tranquilidad de un pueblito llamado Canela Baja
Han pasado dos horas sentados en su plaza llamada 15 de Agosto e inaugurada un 18 de Septiembre 1994.
La vida en este pueblo rural se camina apacible. En la gente de este pueblo corre la tranquilidad por sus venas. Nadie se agita, nadie corre, nadie acelera sus pasos, solo sonríen y tatarean música ambiental que se oye a través de parlantes.
Al otro lado de la plaza niños juegan, los mayores gritan los mas pequeños lloran. La plaza hace de jardín de infantes, mientras sus madres van tranquilamente a sus deberes diarios. Ellas se ven con bolsas de pan, verduras, pasan desde el almacén camino a sus casas. La cocina con ollas negras por el uso las esperan. Luego, los caldos a pollo de campo aromatizan el aire.
El centro de la plaza esta ornamentado con dos palmeras antiguas, bellas, y entre ellas un enorme escenario vacío, siendo ellas parte de la estenografía, testigos de la calma de este pueblo.
Teníamos que encontrar a la secretaria del juez, pero no se encuentra en su oficia; según dicen anda en una reunión acordada por la Municipalidad de Canela Baja por el Juez de Policía Local.
Mientras esperamos veo pasar a una hermosa mujer por la plaza, bien vestida, tacón alto, muy bien maquillada, su pelo sensual al viento, me mira, tratando de preguntar algo, pero titubea y sigue su camino como si nada.
Mientras yo percibo y admiro la vida apacible de este pueblo; el infractor, camina entre la puerta de la Municipalidad y la Plaza con pasos de incertidumbre, se refleja en su rostro la angustia. La paciencia se agota, se deprime. Yo le recuerdo que estamos en un pueblo, no en la urbe en que estamos acostumbrados. Todos saben si un trámite no se hace hoy, se podrá hacer mañana. Así es la vida en los pueblos. Lo que duele haber viajado dos horas hasta aquí desde la ciudad más cercana y regresar nuevamente no se piensa. Han pasado casi tres horas sumergida en la vida cotidiana de este pueblo. Van y vienen los mismos rostros caminando por la plaza, ya me parece conocer a medio pueblo. El calor se esta dejando caer. El sol esta quemando la piel y la paciencia. La secretaria sigue en reunión y nadie mas atiende en el juzgado local de Canela Baja.
Un momento veo bajarse de un hermoso auto negro, a la misma mujer que vi pasar casi cuatro horas atrás, la de tacón alto, sexy y enigmática, va arreglándose el pelo, se ajusta la blusa, en su rostro se lee una leve sonrisa cautivadora, va camino a la entrada del Juzgado, ahora entra.
El infractor, apura su paso diciendo con voz cansada de tanta espera:
Señorita, por fin llega, sorprendido estoy de tanta belleza. ¿Sabia usted? yo nunca había esperado a ninguna otra mujer tanto como a usted; ni siquiera a mi esposa a quien yo amo tanto. El decía esto pensando tal vez ella hubiese regresado mas complaciente y por el atraso hubiera hecho una rebaja en el pago del parte.
Mientras el infractor esta en este tramite engorroso, tras el se ve pasar a un hombre de buen vestir y entra a su oficina donde se lee Juez de Policía Local.
La mujer sonríe irónica, mira hacia la oficina de su jefe. Cobra el parte por velocidad, sin mediar palabras. Desde ese momento, ella es otra vez la secretaria del juez, quien en este pueblo, es muy respetable.
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Patpoemas
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