Valentina nació en Quito, en la periferia…un pueblito, muy pequeño.
Recuerdo, Valentina aquel vestido que me mostraste en la foto de tus quince años.
¿Fue aquella la única vez que te lo pusiste?
Valentina, ¿estabas allí?
“Lo duro no es la muerte, sino el pasaje desde la vida hacia ella”
Hace dos semanas te vi, me comentaste como llegaste a Madrid, detrás de aquél amigo que te prometió bienes y algún dinerillo para los tuyos.
Y así llegaste a Madrid.
Sola.
Ese amigo no logró ponerte a trabajar…no te conocía, como yo,
Valentina, la calle no era lo tuyo.
Así estuviste detrás de los aeropuertos, casas, azoteas, pisos viejos, limpiando baños. Limpiando cuartos…así conociste todo Madrid.
Recuerdo esa vez que te vi, mi amiga, no encontré tu sonrisa. No encontré tus ojos tímidos.
Me invitaste a tu casa en Melilla.
Nunca iré.
Lo sabes.
“Lo duro no es la muerte, sino el pasaje desde la vida hacia ella”
Soportaste todo.
No te recuerdo, Valentina, de otra forma que corriendo descalza detrás de un balón, con tus perros, con tus hermanitos, tu mamá, y la tierra en todo tu cuerpo.
No tengo otra recuerdo más miserable que el pan con leche que llevaba mi hermano a tu escondite…y tu lo gozabas despacito con azúcar y miradas cómplices.
Valentina se volvió a colocar casi veinte años después el traje de fiesta de los quince. Un cliente se lo pidió…el prostíbulo necesitaba mas dinero…Valentina también.
Mi amiga…
No voy a Melilla. Lo siento, tú me entiendes.
El recuerdo me hace mejor que esto.
Fuiste la niña más hermosa que yo recuerde. No es para mí saberte así, sin sonrisas, con tu vestido con aroma a hombres.
No mi amiga…no.
Me llevo tu beso en la mejilla, antes de partir. Prefiero eso.
“Lo duro no es la muerte, sino el pasaje desde la vida hacia ella”.
|