Los tuyos eran azules, y los míos, cafés.
Me acuerdo de cuando te quedabas tanto tiempo en la cocina. Te decía que me acompañaras, que daban el chavo del ocho, o sábado gigante, que vinieras a ver tele conmigo. Decías que sí, que pronto, y luego aparecías con una bandeja llena de comida, de esas cosas ricas que sólo tú podías hacer, y te sentabas, y te dormías altiro, sin comer nada y sin ver el chavo.
Pero estabas conmigo, en esos sillones burdeo que tanto me gustaban, que me gustan, que ahora tengo junto a la ventana, para poder leer un libro y acordarme de ti.
Pero ya no me acuerdo.
En la despensa había un refrigerador antiguo, que llenamos de dibujos.
Tenías un árbol en el jardín, un níspero. En verano sacábamos los frutos, o ya no recuerdo su era o no en verano. Llenábamos tarros y tarros.
Un día lo cortaron.
La verdad, no me acuerdo del árbol en el jardín, sólo me acuerdo del momento en que caía.
Después de eso el jardín se puso plomo, y aún lo sigue siendo, aunque no lo esté mirando.
Siempre había dulces en tu velador.
Me sentaba en tu cama, que era gigantesca y dorada, y me ponía a mirar esos ositos de peluche que estaban en las sillas. Un oso y una osa, una corbata y un moño amarillo. Siempre quise tomarlos, pero estaban en bolsas de plástico. Eran como de exhibición.
O como cadáveres en la morgue.
Debajo de los abrigos, había un pájaro de trapo.
Era un dibujo de una ciudad destruida. De colores claros, transparentes: lila, celeste, blanco, rosado.
Era una cuidad destruida, llena de ángeles y autos volcados. Colgaba de la pared amarilla.
Yo nunca miraba los ángeles, ni el puente caído, tampoco miraba la calle, ni los versos que lo llenaban. Yo sólo miraba esa ciudad lejana, que sólo era un esbozo en la lejanía, que se veía cubierta de niebla, que nunca se podría llegar a apreciar en ese pequeño cuadro.
Eran edificios negros, que por alguna razón nunca se habían caído.
Después, te fuiste.
Después, la pared dejó de ser amarilla, y se llevaron el refrigerador.
Después, no volvieron a colgar el cuadro, ni la fotografía que tanto me asustaba.
Después
No volviste,
No te despediste de mí.
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