Me paso las horas, los minutos intentando alejarte de mi pensamiento, porque eres como el aire en mis pulmones, necesario, vital, pero basta un segundo hablando contigo y vuelves a robarle el aire a mi vida, vuelvo a ansiar el tacto de tus manos en mi suspirar, vuelves a robarle el sueño para inundar mis noches de febril búsqueda de tu cuerpo.

Tus palabras me dan la vida y me roban el sueño, me zarandean como un junco en medio de la tempestad, pero me encanta porque me hace sentirme vivo, que mi vida tiene un objetivo una razón de ser.

Ansío tus besos, el tacto de tu piel, quiero serlo todo y nada más, el aire que respiras, la noche de tus sueños, la mañana en tus ojos y el despertar de tus sentidos.

Pero para hacerte reina de mi castillo, aún tengo que ganas mil batallas, para poner a tus pies un imperio que gobernar, no puedo presentar me ante ti con mi traje de príncipe azul desteñido y mi caballo alquilado, con un mundo de papel maché, y mil sueños en mi mochila. Debo construir unos cimientos que resistan el peso de los fuertes muros de nuestros deseos, una base firme desde la cual crecer