En el recorrido de la historia, observamos cómo algunas personas logran desarrollar capacidades impresionantes. ¿Cómo lo logran? ¿A partir de qué las desarrollan?, se trata de la trascendente capacidad de comunicación y a partir de esta, también fluye una habilidad de relación interpersonal con el otro.
Kant, dice que el individuo se vuelve un ser realmente racional, cuando: “Piensa por si mismo, comprende al otro y es coherente entre su pensar y su actuar.” En cambio Friedrich Nietzsche plantea una teoría un tanto interesante, sobre personas indispensables en la sociedad, a los que le atribuyen una función específica y superior de la época y los llama, “Superhombres”. Friedrich dice que el hombre o ser humano, sólo es aquel puente entre el animal y el superhombre. ¿Acaso Nietzsche asegura que las personas normales no alcanzan ciertas capacidades? Y es así, como en la historia de la humanidad, personajes como Bettoven, Hittler y hasta el mismo Jesucristo, son calificadas como seres superiores, que sin lugar a dudas alcanzaron un grado de capacidades mucho más alto que cualquiera de los que posiblemente leen estas líneas.
Eso dice Nietzsche, en cambio, psicólogos y socio-analistas, plantean la teoría de que cada persona o individuo, alcanza en su ciclo vital una etapa en la que es capaz de comunicarse y relacionarse audazmente, y a partir de estas dos capacidades, desencadena otras tantas características que lo convierten en un verdadero ser humano.
Se puede deducir, que aquella etapa de la que hablan los expertos, es el puente entre la juventud y la adultez, por el simple hecho, de que es en este momento cuando el individuo cambia rotundamente sus prioridades y crea a su alrededor una amplia necesidad de comunicación y relación constante.
Un niño, en una edad entre los cinco y diez años, no tiene una idea clara de lo que es la vida y tampoco, mantiene una generalización correcta sobre la comunicación, pues ellos en su intento de hacerse entender y llamar un tanto la atención, recurren a una simbología sea corporal o balbuceo de palabras que carecen de sentido lógico. Pero cuando esta persona llega a la adolescencia, todo da un vuelco total, se vuelven aún más conflictivas, pero ahora piensan un poco más, sin embargo, esto no los hace realmente seres humanas, sino hasta que alcanzan una etapa importante para cada uno, la juventud, o pre-adultez, donde el individuo procura mantenerse al margen de muchos aspectos, y piensa más en su futuro, algo que jamás en ninguna de sus etapas anteriores hizo, esto lo hace un poco más maduro y consciente, pero aún la capacidad de comunicación y relación no ha sido del todo desarrollado, aunque claro, todo es un proceso y se dice que la etapa final, es la adultez, donde la persona ya es realmente un ser humano, capaz de comunicar sus ideas y compartirlas con los demás.
Esta secuencia, representa una base social indispensable. El niño de cinco años prefiere estar con su madre, en cambio, el adolescente con sus amigos, el joven con su pareja y finalmente el adulto, con todas estas personas juntas, manteniendo un nivel comunicativo alto, que permite las buenas relaciones y el desarrollo de una sociedad conciente del poder cognitivo de la palabra.
Hablar de la palabra, nos lleva a un ámbito aún más profundo, el lenguaje, para nadie es un secreto, que la palabra, es un núcleo fundamental de comunicación, que se desarrolla al igual que el lenguaje con unas características idiosincrásicas que las hacen propias de cada persona o individuo. También la palabra tiene el poder inminente de convencer, resaltar y calificar, el uso adecuado o inadecuado de ella, puede hacer de cada uno de ustedes un ser realmente comunicativo, porque comunicar no es simplemente hablar, es compartir, es llegar a un punto en el cual el aprendizaje social, sea mutuo, he aquí donde llegamos a una conclusión no prematura: La comunicación es un elemento causa de las relaciones interpersonales, el individuo que logra comunicarse de forma efectiva, es realmente un ser humano en contacto con lo básico y fundamental.
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