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Inicio / Cuenteros Locales / el_reto_ganadores / RETO 9 POESÍA Ganador: tequendama

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BAJO LA LUZ DEL ATARDECER.

La joven entró en la galería. La recorrió como todos los días, y al llegar a un cuadro de Van Gogh, se detuvo. Contempló la pintura. Sus ojos inquietos recorrían cada detalle, los arbustos, las sierras azules. Una pareja que caminaba bajo la luz dorada y la luna que como una hoz anunciaba la noche. Había magia en la tela, en esos pinos que se elevaban y parecían puñales hacía el cielo.
Alguien se acercó y le preguntó:
-¿Te gusta mucho este cuadro?
-Si, es muy bello –respondió. Era un anciano de barba blanca y ojitos curiosos.
-¿Vas a adquirirlo?
-No –dijo rápidamente -es demasiado costoso para mí. ¿Es usted el dueño de la galería?
-Digamos que algo así –respondió sonriente.
-Mirarla me hace bien. Imagino que corro por esas serranías, que mi pecho no se ahoga, que voy junto a los dos jóvenes. Creo que el hombre es Vicent, la mujer debe ser una de sus novias. Hay tanta luz en los tonos naranjas, nadie los pintó como él.
-¿Por qué te ahogas? –preguntó el anciano.
-Estoy enferma, mis pulmones no responden. Los médicos me están medicando, padezco un mal congénito sin solución.
-Lo siento mucho.
La joven se despidió.
Por varios días no regresó a contemplar su pintura preferida. Al hacerlo el anciano la recibió con una sonrisa.
-Niña, ¿Cómo estás? –preguntó al notarla desmejorada.
-No estoy bien. Me internaron y me escapé, estoy cansada de tantas inyecciones, tubos de oxigeno, estoy agotada.
Caminaban por los pasillos de la galería, ella se detuvo como siempre ante “El paseo al atardecer”. Comenzó a llorar suavemente, sus hombros se agitaban, se la notaba muy nerviosa.
-Sienta mis manos –le dijo al anciano. Él las tomó, ardía en fiebre.
-No estás bien, debes regresar al hospital, te llevaré.
-No, quiero quedarme mirando el paisaje del atardecer.
-¡Tanto te gusta!
-Sí, hay algo en el que me hace sentir bien. Si pudiera entraría en la tela y pasaría mis últimos días corriendo por esos sembrados, mirando la luna asomar.
El anciano la tomó del brazo y la acercó a un sillón, la joven transpiraba, su respiración se oía ronca. Llamó un doctor.
-Déjeme sola, me parece ver los campos y el sembrado, hay aroma a romero –cerró los ojos, siguió hablando, deliraba.
Al llegar el doctor, ya era tarde, se había dormido con la ilusión de correr en los campos sembrados.
Unas horas después la galería había retomado su ritmo normal, el anciano se acercó a la pintura de Vang Gogh. No le asombró divisar a una joven conocida que lo saludaba y desaparecía valle arriba, bajo la luz del atardecer.


Texto agregado el 10-07-2008, y leído por 154 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
18-07-2008 Muy bueno. margarita-zamudio
10-07-2008 precioso! divinaluna
 
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