Lentamente me acerqué a la ventana.
Me puse a mirar el patio, el cielo, esperanzado en que ese día algo me sacaría de la rutina. Entonces, vi la otra ventana.

Era de la pared junto a esta. La ventana en sí, no tenía gran brillo, pues solo era otra ventana, igual a todas las ventanas del colegio. Pero, lentamente, con un extraño aire acompañandole, una chica se acerca a la ventana. Sus cabellos dorados se movían con el viento; sus ojos claros, de un azul o verde, miraban profundamente el patio que yo miraba hace un instante, quizá pensando en él; sus labios pálidos formaban una timida sonrisa, que junto con sus ojos me cautivaron de una increíble manera. Luego se alertó, y se volvió para atrás. Alguien la llamó.

En eso, me doi cuanta que su cabello lo llevaba tomado, no suelto como lo había visto. Entonces se aleja de la ventana. Luego me alerto, y me doi cuenta de que también me tengo que ir, a esperar la proxima vez en que me acerque a la ventana, mire el patio, el cielo, esperanzado en que algo me saque de la rutina. Y así, ilusionado, llegue ella, y yo vea, ilusionado, su cabello dorado moverse con el viento.