El suelo nunca se había sentido tan firme, eh perdido mi nube de azúcar, eh aterrizado en la tierra. Para poder volver a lo mismo, a eso que tanto anhelo, que tanto quiero tomar con mis manos, hasta asfixiarlo y dejar que fallezca entre mis manos, desesperación me corroe, haciendo de mí una bestia. Las ideas no son claras entre hilares y selva, se pierde la razón, y se adentra al instinto de supervivencia. Busco entre olas un destello, busco entre el viento, olores que me desaten de mi cuerpo. Desfragmentarse como granos de maíz, de lo sólido, de lo tangible, y emprender vuelo. Empaparse de emociones de sentimientos compartidos, que encuentren una buena fábula, para construir castillos en el viento, viajes a dos mundos, y forjar dos cuerpos en uno. Oídos sordos esos que tanto ame, que por obras de mis tropiezos, de mis viajes a mis adentros deje en el pasado, como los extraño, y como te extraño. Por dos vidas viven mis destellos, ámbares en fuego, poco a poco pierden su brillo, y es triste, es triste saberlo, y es mas triste no poder hacer nada, ser solo un espectador del derrumbe del temblor. Para darle puerta abierta a toda la marea que alguna vez fue razón simple de ser, ahora se convierte en una pesadilla, en una nube negra, en viajes sin sombrilla. Y el control es nada, es solo un mito, no existe ni existirá, los limites están marcados por líneas enormes, marcadas por un angosto vació de nada infinita, que pierde sentido, y el sentido que retoña y vuelve a dar vida. Y es en ese momento la simpleza de un par de manos insiste hacer sentir a este hombre que se sienta completo. |