Isidora, había sido criada junto a sus padres y abuela materna. Rodeada de una hermosa vegetación, la anciana era muy considerada por la menor y además tenían una buena comunicación. En reiteradas ocasiones la preparaba para su partida, diciéndole que uno cumpliría un ciclo acá en la tierra, y cuando uno se sentía cansado de la vejes se iba al cielo todos los días cocinaban exquisiteces para amenizar, ya que la anciana se sentía cansada y débil, pero no quería que la menor sufriera, ya que la madre era compulsiva del orden y el padre un machista insensible pero trabajador.
Hasta que un día cuando la menor regresaba del colegio no diviso a la abuela en la puerta era la primera en saludar, corrió hacia el patio luego al dormitorio, ahí estaba sobre la cama
Inerte con una sonrisa ella comprendió que estaba cansada y que había partido al cielo, le dio un beso en la mejilla.
Mientras que los padre hacían los preparativos de los tramites burocráticos, corrió asu dormitorio saco el rosario del velador, y fue donde su abuela y le dejo entre las manos el rosario.
Después de unos días decidieron ir de vacaciones a la casa que tenían fuera de la ciudad, cargaron el auto la niña fue la primera en subir sentada atrás, sin palabra alguna contemplando el día gris, El padre muy enojado por la demora de la esposa ya que el mal tiempo había comenzado, los ojos de la niña embargaban tristeza y dolor mientras el auto partía no dejaba de observar la casa de los días felices que quedaba sellada con un gran candado. Pero no perdía la esperanza que algún día la volvería a ver, hasta que entro en un estado de calma cerro sus ojos quedándose completamente dormida. Comenzó el mal tiempo.
Había dejado de llover cuando ella despertó, acompañada de sus padres. Se dirigían a la casa de descanso que tenían afuera de Santiago, con una música clásica amenizaban el trayecto.
La pequeña se enderezo hacia delante y empezó a deslizar sus dedos por los vidrios que todavía contenían las últimas gotas de la secuela del mal tiempo, un arco iris le daba la bienvenida.
A las afuera un camino pedroso en la cual el ritmo de vehículo era lento, el aburrimiento y la poca comunicación de la niña le embargaba tristeza y desolación.
Se acercaron a un serví centro y por la ventana vio una anciana apoyada de un bastón, la niña gira la cabeza hacia atrás y le comunica a la madre que necesita ir al baño. Don Vicencio, el padre, gruño un poco porque ya le quedaba muy poco para llegar a la parcela, hizo un clic en su automático y se bajaron ambas y la niña quedo extrañada de la indiferencia de los padres por la situación de la anciana que caminaba sola por esos lugares. Se soltó de la mano y fue al encuentro de la viejecita que le respondió con una sonrisa dulce.
- ¿Dónde va señora?- pregunto la niña.
- Donde alguien me necesite – dijo la anciana.
- ¿Quiere que la llevemos? -.
La madre un poco incomodo por la decisión de la menor la toma de la mano y le dijo:
- Vamos que tu padre nos esta llamando-
La niña y la anciana se miraron con un magnetismo y esta insistió llevarse a la viejita.
- Preguntemos a papa – dijo la madre acercándose al auto con su hija. El padre estaba incomodo y reprendió a la niña por no hacerle caso.
Y la niña responde;
- Papá podemos llevarla a nuestra casa –.
- ¿Cómo se te ocurre si no sabes quien es? – dijo don Vicencio.
- Pero ¿qué tiene? – insistió la hija.
Ya la anciana estaba casi al lado de ellos y Don Vicencio encendió la marcha del vehículo y la criatura a sus siete años no comprendía la dureza del padre, habían avanzado un poco y se detiene.
- Bueno ¿qué te parece?- le pregunta a la madre al ver a la menor acongojada y esta
trata de sensibilizar al marido diciéndole que necesita una cocinera por las vacaciones, el vehículo retrocede y el muy desconfiado le ofrece llevarla, al llegar a la parcela bajaron las pertenencias y llaman al jardinero y le piden que lleve a la abuela a la pieza de atrás.
Al día siguiente don Vicencio despertó por el aroma que se deslizaba como agradecimiento y llamo a la esposa y le pregunta que hizo de rico y la mujer responde que la anciana había hecho kucken y variedades de dulces. El hombre salto de la cama revoloteando su barriga para ir a degustar las exquisiteces, desde ese día se comenta en toda la zona la confitería más famosa y la niña por primera vez sintió que el padre era feliz ya que su ego y su barriga era el primero en saludar a la anciana forastera.
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