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ESTELA Y RICARDO
Guanmaro celebraba sus 100 años de independencia, en la ventanas de las casas y negocios colgaban listones con triángulos de colores que atravesaban las calles, la gente cantaba y gritaba mientras realizaba una marcha desordenada alrededor de las avenidas principales del pueblo, confeti y puestos de comida de cientos de colores adornaban las fachadas de las casas, haciendo parecer a la ciudad un gran dulce confitado de todos sabores.
Otro festejo se proclamaba por toda la ciudad. Ricardo, recién egresado de la universidad de pública de Guanmaro, se había comprometido con Estela, la hija del director de hacienda de la ciudad.
Ricardo era un joven de lo más vivo, alegre, aventurero, deportista y con una extraña chispa de honestidad absoluta. Siempre soñó con estudiar biología y ser investigador, pero la necesidad y la falta de confianza en sus sueños lo obligaron a estudiar contabilidad. Aun con sus sueños rotos, Ricardo acostumbraba a ir a los pantanos de Guanmaro, buscaba una piedra cerca del lago y se sentaba a pensar por horas. La carretera que conducía a Palmar, una cuidad cercana junto al mar, estaba en construcción desde seis años atrás, y parecía que al paso que iba, nunca estaría completa. Solo un día, cuando Ricardo tenia nueve años, su padre lo llevo al mar; se sentaron juntos en la playa, el pequeño Ricardo jugaba con la arena, apretándola entre sus puños e intentando retenerla lo mas posible, mientras su padre le decía cosas que el aun no podía entender, pero el simple tono de su voz tranquilizaba al niño. Tres meses después su padre murió a causa de un problema cardiaco y Ricardo nunca mas visito el mar ni menciono a nadie esa tarde con su padre. Ricardo adulto tampoco comentaba con nadie su afición de ir al lago a pensar, a ver a los animales e imaginar sus vidas.
Estela, una niña de 7 años, corría de jardín en jardín, veía cerca la banqueta y daba un gran salto para llegar a ella, seguía corriendo por la banqueta y de un salto aun mas grande llegaba al asfalto y de regreso; buscaba cualquier pretexto para volar un poquito y regresar al suelo solo para seguir probando la increíble altura que podía alcanzar con sus zapato nuevos. La casa de junto estaba vacía desde antes de que Estela dejara de usar babero para comer, pero este día llego una nueva familia a vivir; a Estela se le hicieron muchas sorpresas para un solo día, unos zapatos para saltar y vecinos nuevos, mas emociones de las que regularmente vivía. De un auto compacto, color azul, bajaron una señora y su hijo. Eran la recién Viuda de García y su hijo Ricardo. Estela vio al chico y le pareció mas triste que su perro “el pocho”, pero aun así fue a saludarlo junto con sus padres, al darle la mano al muchacho Estela sintió un raro hormigueo en el estomago.
Los nuevos amigos de Ricardo siempre lo molestaban por tener a una amiga cuatro años menor que el –Solo le hablo porque mi mamá me obliga- era su mejor argumento, pero por dentro sabia que era su mejor amiga.
Por las tardes Ricardo iba al parque, se tiraba junto a la resbaladilla y leía un viejo libro que pertenecía a su padre, era un libro de psicología que no entendía mucho, pero la construcción de la prosa le recordaba mucho la forma de expresarse del difunto. Estela aguardaba junto a su ventana la salida de Ricardo, esperaba unos minutos para que pareciera una coincidencia e iba corriendo a buscarlo al parque. Llevaba siempre su libro para colorear, se sentaba junto a el y fingía que leía mientras coloreaba leones rosas y gaviotas amarillas; su actuación era bastante mala, “leía” en voz alta, siempre historias sobre su personaje principal, “Richi”, un niño que era amigo de una bella princesita mariposa y siempre le pasaban cosas terribles. “Richi” moría constantemente de diferentes formas, casi siempre devorado por leones, hormigas gigantes o toros embrujados –Entonces Richi, sin escuchar a la hermosa princesa, fue a jugar con los demás animales, y llego un oso ¡Y se lo comió!- decía mientras rayaba su libro; Ricardo pretendía no escucharla, pero en verdad apenas podía resistir las ganas de reventar en carcajadas.
Gracias a Estela, Ricardo recobro la alegría y la confianza, la niña siempre lo arrastraba a situaciones en las que el nunca hubiera aceptado participar y, a pesar de que dejaron de vivir como vecinos, siguieron inventando historias, leyendo, dibujando y saltando muchos años mas.
Al crecer sucedió lo inevitable. Estela tenía quince años y Ricardo diecinueve. El primer fracaso romántico de Estela concluyo en la desaparición por varias horas de la joven. Era de noche y había una lluvia ligera. La desaparición de estela ya no era un secreto, sus padres habían estado llamando a todos sus compañeros pidiendo referencias de su paradero. En cuanto Ricardo supo la noticia, salió de su casa para ver a Estela; el no la estaba buscando, porque ya sabia donde estaba. Llego rápidamente en su bicicleta al viejo parque donde jugaban de pequeños y la encontró sentada bajo la vieja resbaladilla. Ricardo se percato de que estaba llorando, se acerco y sin decir nada la abrazo. Pasaron varios minutos en un silencio que solo era interrumpido por los sollozos de Estela, de pronto, Ricardo comenzó a susurrarle en el oído –Había una vez una princesa mariposa, atrapada bajo una resbaladilla, llorando después de recibir la noticia de que su príncipe no fue lo suficientemente valiente para rescatarla. Creía que estaba todo perdido, pero no contaba con Richi, un joven que era molestado por hormigas, ardillas y osos, pero que nunca que rindió y siempre salvaría a la princesa sin importar lo que pasara- Estela dejo de llorar, miro a Ricardo con sus grandes ojos y sintió un hormigueo en el estomago que le recordó el día en que lo conoció con sus zapatos nuevos. Alargo su mano hasta tocar la mejilla de su amigo, y lo beso. Desde ese día lo demás fue historia.
Una de las cualidades de un pueblo tan pequeño como este, es que todos se conocen y las noticias corren por el pueblo más rápidamente que los telegramas. Es por esto que a pesar de no haber anunciado formalmente su compromiso, todos felicitaban a Ricardo y a Estela por tan significativo acontecimiento. Su compromiso no duro más de dos meses. Se casaron en primavera, acompañados por sus familias y amistades cercanas. Ricardo comenzó a trabajar como cobrador de impuestos, mientras Estela remodelaba su nueva casa, cerca del pantano, junto a un arroyo, planificando las habitaciones de los dos hijos que planeaban tener durante los dos próximos años.
Pasaron más de dos años y los hijos nunca llegaron. Su relación estaba mejor que nunca, pero por alguna razón sus intentos nunca terminaban en embarazo. La ciudad había crecido considerablemente, una pequeña clínica había abierto seis meses antes de que la pareja decidiera y a averiguar su problema.
No paso más de un año entre la consulta del miércoles y la muerte de Estela a causa de cáncer.
Los cuartos extras en la casa de se quedaron vacios, con armarios llenos de ropa de tejida de bebe y libros para colorear. Ricardo no hablo con nadie, excepto el encargado de una tienda de comestibles cercana, en meses. La piedra junto al lago tenia gravado y tachado varias veces el nombre de Estela, y el pueblo no comunico mas noticias acerca de Ricardo.
Ricardo regreso a su antiguo trabajo, tuvo muchas oportunidades de avanzar, pero prefería la estabilidad que había logrado, no le gustaban los cambios ni las sorpresas. Todo siguió igual hasta su cumpleaños cincuenta y cuatro, cuando recibió la llamada de su gran amiga y comadre, Maribel, pidiéndole no, rogándole que aceptara a su ahijado en su casa. Ricardo intento negarse, pero nunca supo decir que no.
Esteban Peña llegaría dos meses después, así que Ricardo se dispuso a quitar todos los rastros que pusieran en evidencia su patética obsesión al pasado. Tiro todo, menos dos libros, uno de psicología, y un libro para colorear con leones rosas y gaviotas amarillas.


Este cuento y "la catedral", son parte de una historia mas grande, asi que pronto los quitare para evitar confuciones.

Texto agregado el 09-07-2008, y leído por 292 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
13-09-2008 Muy bien narrado. Las descripciones de los lugares y los personajes son muy nítidas, muy precisas. Da la sensación de estar leyendo un cuento e incluso de verlo como si se tratara de una película. Te felicito. 5* claraluz
11-07-2008 Linda historia, entretenida, amena, bien escrita, bien narrada. Mis estrellas *****. Un abrazo. Azel
09-07-2008 Interesante historia, bien narrada, sólo que he quedado confundido con el final, lo volveré a leer seguramente descubriré la intención del autor.*****Saludos. sagitarion
 
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