Hoy podemos decir que es un gran día, la mano que dejo trunca la vida de Carlos Fuentealba, maestro Argentino, recibió cadena perpetua.
Hoy en la Argentina se hizo justicia, hoy se protegió la cultura de nuestros hijos, del futuro de nuestro pais.
Quisiera ponerme de pie ante estos jueces, quizás sea el principio y si es así... ¡vamos por más! Hay tanto por hacer.
Solo me resta esperar a mí como a tantos, que el asesino que dio la orden, sea juzgado.
Que el Sr. Sobisch (o como se escriba) sea juzgado.
Caso contrario, ¡que respeto podremos pedir a nuestros niños por sus maestros!
Carlos solo descansará en paz cuando todos sus asesinos esten condenados.
Esto no es un poema, ni un cuento, ni quizás sea una reflexión, es solo un sentimiento que mezcla en parte alegría porque un pueblo hizo escuchar su pedido y no hubo que esperar 30 años (historia vivida), y tristeza porque el/los instigadores siguen allí sin inmutarse ni ser juzgados.
Ante lo inevitable y el dolor de la perdida, hoy su esposa y sus niños por lo menos pueden en parte empezar a hacer su duelo, todavía a medias, pero es un buen inicio para que Carlos descanse en paz.
Sin odios, solo justicia.
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