Guanmaro en un pueblo pequeño, sin muchas cosas que hacer más que ir a la iglesia, a un mini club campestre o al parque del Árbol del Abuelo; así que cuando son vacaciones, el pueblo se vacía por completo. Otra desventaja de Guanmaro es su deficiente sistema de carreteras, lo que provoca que el único destino accesible para veranear sea la ciudad de Palmar.
Palmar es un lugar mas desarrollado, con museos, playas hermosas, hoteles de cuatro estrellas y poca población, lo cual es muy conveniente cuando un pueblo entero emigra a la bahía.
Los guanmarenses planean sus vacaciones dos meses antes, compran camastros, sombrillas de playa, reparan el automóvil, renuevan su vestuario de playa, hacen reservaciones en los hoteles de cuatro estrellas y consiguen todo tipo de aparatos con usos específicos; como el tubo para extraer agua de los oídos, el contenedor de centrifugado para los trajes de baño llenos de arena, y otras chuchearías compradas por televisión.
La salida no siempre es puntual, pero todos van muy bien vestidos. El recorrido no suele tener muchos problemas, y si algo se presenta llaman a su agencia de seguros que rápidamente los asesora y ayuda.
Llegan directo al hotel, después a comer un poco para relajarse el resto del día en la playa. En la arena establecen un fuerte de sombrillas, camastros, mesas y hieleras en tan solo tres horas. Preparan bocadillos, sirven vino tinto y se recuestan en telas especiales que no se calientan y son muy cómodas. Cuatro horas después regresan a dormir al hotel. La rutina sigue igual, hasta que deciden pagar las cuentas y regresar a su casa.
Así son las vacaciones de los guanmarenses.
Los guanmareños deciden sus vacaciones con tres días de anticipación. Amontonan toda su ropa en una maleta, compran comida para prepararse en el camino y para no gastar en restaurantes, viajan ocho en un auto con cavidad para cinco.
Siempre son impuntuales, tardan tanto buscando el flotador con forma de barco que compraron dos años atrás; el viaje regularmente tiene problemas, así que lo que debían recorrer en cinco horas, lo recorren en nueve.
Al llegar se dan cuenta que todos los hoteles están llenos, encuentran uno a media hora de la playa y sin mas remedio lo toman. Deciden comer junto al mar, así que todos se van directo a la arena. Extienden sus tollas junto a los guanmarenses para taparse con la sombra de sus sombrillas, preparan sus emparedados de todo tipo, de huevo con arroz, de mole de panza, de enchilada suiza… en fin, todo lo que encontraron en su cocina lo aprisionan entre dos rebanadas de pan; se sirven Coca-cola fría, menos a los bebes, a los cuales se les sirve caliente por cuestiones de salud. Comienzan a jugar futbol y llenan de arena los bocadillos, el vino de los guanmarenses, y derraman Coca-cola en sus finas telas para la playa que no se calientan. Permanecen ahí hasta la noche, algunos regresan al hotel a dormir y los demás permanecen ebrios en la playa. La rutina sigue igual, hasta que se dan cuenta de que se han quedado sin dinero y no pueden pagar las cuentas, así que escapan rápidamente a su casa.
Así son las vacaciones de los guanmareños.
Los guanmaricos no planean nada, cada año hacen lo mismo y ya tienen un método comprobado. Reservan hoteles de dos y tres estrellas dos meses antes, reparan su auto, se informan acerca las exposiciones, convenciones y demostraciones, además de los restaurantes, precios y platillos (en ese orden), y preparan un presupuesto.
Siempre son puntuales, no suelen tener problemas en el viaje, y los que se presentan ya estaban contemplados y los resuelven fácilmente, viajan ligeros y hacen un viaje sumamente corto. Al llegar dejan sus pertenencias en el hotel y rápidamente salen, ya que su horario es muy estricto y no pueden correr el riesgo de desorganizarlo; visitan museos, teatro y exposiciones hasta que cae el sol, regresan a su hotel después de una cena ligera y duermen muy temprano, porque no tienen mucha energía. Dos días después regresan a sus casas; dos días antes que el resto del pueblo, de esta forma evitan el tráfico y no pierden tanto tiempo en sus investigaciones.
Al final los guanmarenses, los guanmareños y los guanmaricos están seguros de que sus vacaciones fueron las mejores y se siente mal por las otras clases.
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