Es cierto. Todo. Que puedo decir. Desde el principio era una labor difícil. ¿Que como lo supe? Un sueño. Me lo dijo un pajarito. Que les importa a la larga. No sé, solo lo supe, aunque eso no quiere decir que fui yo quien lo provocó. La cosa se avecinaba desde tiempo atrás. Lo decían los libros, las noticias indirectamente, era evidente. Es cierto, si, lo que salta a la vista es lo que menos se cree: ‘no puede ser tan simple’ se dicen. Ahora ¿de qué me culpan? ¿De qué pueden culpar a la cosa esa?
¿Que no es un hombre? Pues parece un hombre.
Aquel día una multitud se había reunido en la plaza mayor de la ciudad. Habían escuchado acerca de un fenómeno que venia desde el espacio, un meteorito decían los medios. Sin embargo la reunión era por una cosa política, de todos modos supuestamente lo otro no caería en la ciudad…
Pasado el mediodía, extrañamente la gente no estaba violenta, no aun, estaba, como decirlo, meditabunda, como si un sentimiento de sosiego colectivo les hubiera invadido, no al estilo hippie, no danzaban o hablaban de paz ni amor, solo estaban allí, en silencio, ni siquiera la milicia se veía desagradaba como siempre, ni prevenida, todos miraban en una dirección, parecía una nueva (y acertada si se me permite) forma de protesta. Es que ni siquiera las palomas de la plaza hacían ruido estaban quietas ni siquiera las pulgas las picaban.
De pronto uno de los de la multitud levantó su mano para cubrir sus ojos que mirarían al cielo, todos como en acto reflejo miraron en aquella dirección donde aquel personaje levantaba su mirada. Era aquella espacial criatura, un as de luz que descendió en lo que dura un suspiro, es decir mientras aquella mano terminaba de posarse sobre aquella frente, aterrizó entre la multitud. Como uno de ellos caminó en alguna dirección y los demás lo siguieron. Muchos de los que allí estaban eran hombres de ciencia, hombres de izquierda y de derecha, estudiantes, tribus urbanas, peatones, curiosos, militantes, indigentes incluso dejaron sus costales y se echaron a andar. Caminaron un rato, largo rato, casi salieron de la ciudad, pero, de pronto, de entre la multitud una voz rompió el silencio, haciendo ciertamente la más absurda de las preguntas. Es cierto, todos tenían la inquietud, pero no querían romper la magia con la duda. Cierto, cuando la voz aquella hizo la pregunta insípida, la duda se apoderó de la multitud, la confusión entró tan rápido como el descenso de la criatura que ya no se veía, que nunca se vio, pero que ciertamente de allí se había ido. Los extremistas empezaron a romper vidrios, a lanzar piedras y cristales, la policía intervino, sangre, etc., lo usual.
Ahora, ustedes quieren saber la verdad, no me tendrían aquí si no fuera por eso, me tendrían con los demás. Yo les puedo responder, pero antes quisiera saber porqué me reconocen hasta ahora, es decir, yo con ustedes no hablé sobre lo que sabía, ¿Cómo lo supieron? ¿En verdad nos rastrean? ¿Desde que tiempo? ¿Durante todo el tiempo? ¿En el baño? De cualquier forma deberían saber la respuestas a las preguntas que me hacen ¿O es que desean confirmación? Si es eso, ok, les diré. Este personaje, esta criatura es ciertamente un ser humano, de otro tiempo-espacio, sé que eso lo saben, se los confirmo. Antes de decirles a qué vino, les diré porqué en este preciso tiempo y hora: aunque el alboroto que hubo hace un rato pareció ser duro, fuerte o como se le quiera llamar, no es la mitad de lo que hubiera sido de no haber sucedido la presencia de este ente, hubiera sido mortal, en proporciones amplísimas, esto lo digo para que no piensen que a eso fue a lo que vino, a lo que vino fue a dar la transición a la nueva era. Solo lo que le sirve a la vida, al bien común quedará. ¿A dónde vamos? Fue lo que aquella voz preguntó y hace un momento ustedes me preguntaron que porqué estaba tan tranquilo después de semejante revuelta, aun en este aislado lugar, ahora les digo que mi memoria a diferencia de las suyas se va a quedar intacta, y que conoceré la respuesta a la tan absurda pregunta.
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