Debe haber algo mal. Los muertos están vivos en mi mente y desde que tengo este sentimiento vivo en su correspondencia.
Perdonar es una acción que solía darme tranquilidad. Era una hermosa conducta. También el deseo que se adhería a ella, pero hace un tiempo dejé de sentir esa paz, en oposición, hoy me duele hacerlo. Pues, he visto como algunas almas se jactan de haber destruido otras, he visto acciones horriblemente deliberadas, he visto triunfar en sus mentiras a mis enemigos, he oído la verborragia de los ausentes, he sentido dolor por mis omisiones, he visto destaparse mis años de locura y encierro.
Algunos pensamos que necesitamos de alguien que nos rescate al ir “solo en el bus, caminando bajo la lluvia, viendo un árbol florecido, escuchando el canto de las mirlas en la madrugada, en esas ocasiones uno necesita alguien que le asegure que todo estará bien, que la tristeza es pasajera, que nuestra corta y monótona existencia es útil...” Sin embargo, hace tiempo nadie me regala esas mentiras. Hace tiempo nadie me garantiza las inaccesibilidades, ni siquiera el boceto de ellas. Esto despierta la inseguridad de mi ser; saber que lo que haga es irrelevante.
Me destruye no encontrar con quien establecer tregua con la mugre de cada día. Y en estos días, más que otros, me ahoga mi vulnerabilidad hacia las cosas; aun las sencillas. Parecen, en su mayoría, las tormentas que de niña temía.
He deseado recobrar el aliento y regresar a la costumbre de cada día, pero como alguna vez pensé el tiempo deviene cada vez más tortuoso y me aterra haber encontrado al fin las coincidencias, pero no sabía que me renegarían. Puede que sea culpable en parte, pues todas ellas pasaron por el tamiz de mis percepciones, todas ellas se empaparon de subjetividad y hoy mi subjetividad no es buena consejera.
Una vez te conté que cuando puedo me repliego sobre mí y me descubro en silencio, atada a mi silla. Vuelvo a ser mariposa y regreso sobre los detalles que guardo con recelo, dejo viajar mi ser. A veces con las plantas, otras dibujando, otras escribiendo, otras veces tomando un baño. Otras simplemente me aquieto, otras viendo películas, bañando a mis perros, tomando mates junto a mi gato; otras durmiendo y otras veces creyendo haber conquistado el mundo; pero no, me percato y aun continúo viva.
....un abrazo y mi instancia resurgiría. ¿No crees, pero por cuánto más?
|