Ella me vio un poco antes de me acercara a la barra, noté que me miraba. Me conocía del bar, yo ni en pelea de perros. Insistió con la mirada, simulé. La dejé para más tarde, ella se fue a bailar. Después se acercó a pedirme fuego y se lo di.
Le dije un chiste malo y ella como que se rió, se puso nerviosa y arrancó. Yo seguí hablando de la diferencia entre pílsener y lager. Ella sacó su segundo cigarro y se lo volví a prender. Preguntó mi nombre, Benito dije (sonrisita de ella).
“Me llamo Lolo, pero me dicen Loreto” No supe que decir; ella, nuevamente avergonzada, huyó hacia su nicho de amigas, pero riendo; yo volví a lo de las cervezas. Lolo volvió al ataque, me sacó a bailar. Benito baila bonito. Me invitó a fumar un pito y me dejé llevar. Atracamos en un ascensor, fumamos, volvimos, atracamos... La invité a casa (tenía cervezas), ella aceptó encantada mientras se recostaba voluptuosamente sobre el respaldo roto del taxi. Nos miramos mucho y con descaro. Abrí la puerta del refri y saqué dos cervezas, ella encendió un churrito. Mucha saliva, mucha mano, mucha boca, mucho pelo, mucha risa.
Ella propuso jugar en la cama, yo inventé un par de reglas. Me mandó a la chucha con mis reglas, pero me dio una felatio internacional. Nada que decir.
Ella gusta de practicarlo todo (adelante, atrás, arriba, abajo, de frente, de espalda, de lado, cruzados, apretándolo con las piernas, contra la pared, en la ducha…) dentro de la primera media hora, Benito está en el cielo. Lolo (que a todo esto es su apodo, no su nombre), con gran despliegue de recursos y maromas, consiguió extraer mi precioso fluido; merecidamente, pienso.
Nos dormimos hasta la siguiente mañana. Un poco más amable que de costumbre, la dejé ducharse y acepté que me llevara en su taxi. Los sábados almuerzo con mamá. No hay lápiz, no hay papel. Adiós.
Una semana después…
Voy al bar por una cerveza, Lolo está ahí con su amiga Erika. Me presenta. Nos tomamos unas y las invito a comer, ellas aceptan. Vienen conmigo a casa, les cocino rico. Ellas ríen y beben vino. Se me ocurre una idea: beso a Lolo, beso a Erika. Lolo se indigna, le explico que no tengo intención alguna de herir o causar daño, no veo por donde emana el conflicto, pero Lolo no quiere compartir, Erika dice nada. Yo disfruto como si me hubiese resultado.
“Sólo quiero hacer el amor con ustedes dos”.
“Y yo quiero hacerlo contigo, pero sin ella”.
“¿Y tú?”
“Prefiero callar”.
“¿Quieres hacer el amor con nosotros?”
“Contigo sí, no con ella”.
“¿Y si lo hago primero contigo y luego…”
“¡Ándate a la concha de tu madre! Acompáñanos al taxi”. Lolo va al baño, Erika confiesa: “estoy enferma por tirar contigo, pero esta hueona me aterra”. Lolo vuelve muy pronto.
Caminamos al taxi.
“Tú estai loco, enfermo de la cabeza. Cómo se te ocurre que una… Me decepcionaste”.
“No sabía que esperaras algo de mí, sólo tiramos una vez, bastante bien por lo demás…”
“¡Cállate hueón loco!”
“Yo no pretendía faltarte el respeto, sólo quería, y quiero, que hagamos el amor; algo bonito, entre ustedes y Benito”. Antes de subir al auto y después de un par de sarcasmos, Erika me dice a al oído
“¿puedo venir en la mañana?” Yo asiento y el taxi se va.
Desperté tipo tres de la tarde…