Las hermanas Williams coparon Wimbledon,
Venus se quedó con la copa que era de Serena.
El rectángulo verde de pastos tiernos pero pisoteados, deja ver las delicias de una raza,
del color de la noche, las destreza de dos humanos hembras, increíbles, en el mejor sentido de la palabra, que corren con prisa y sin pausa por todo el frente de ataque, intentando pasar una guirnalda de juguete por sobre la red; o colocar con destreza esa misma esfera a la espalda de la rival dentro de las blancas lineas de cal.
Serena tiene unas piernas fuertes,
musculosas, sin embargo, Venus,
que luce rostro cortante y es delgada,
ha superado en velocidad a su hermana menor,
con la que además convive.
Ambas tiene una nariz (orificios ovalados por la forja del paso del tiempo):
que es como el reflejo del cuerpo sometido a las consecuencias de la alta velocidad sin protección del viento, es decir, esa contorsión que se provoca cuando el ser transgrede la leyes de la inercia,
y como si tuviese puesta la media de mujer del ladrón de bancos: la piel se estira hasta torcer el designio del destino creando un molde.
Después, como para sumar más éxtasis a este desfile de virtudes, tenemos que mencionar los alaridos producto del elongado esfuerzo,
que en cada golpe que propinan resuenan en el estadio; sumergiendo al publico de a poco,
en un clima de excitante espanto,
donde el símbolo de lo que es la vida se alza como una bandera en el mástil.
Ah, me olvidaba, están pronto a comenzar las Olimpiadas deportivas en la ciudad de Beijing,
en china; la máxima, inventaron bombas para manipular el clima (harán que llueva justo después que la ceremonia inaugural se de por finalizada, donde se ofrecerá una gran fiesta llamada del paraguas). |