Tengo nada
Y en la misma nada
He encontrado algo
Que si bien no es nada,
Tengo eso al menos.
Tal como aquello aloja en mi alcoba,
Un susurro se transforma en cielo
Que recibe las estrellas que nacen de mi encierro.
Tantas palabras, alhajas robadas:
Mientras el fuego despegue de la hoguera
Hacia los cauces que persiguen lo imposible,
Todo estará en orden
Y nadie podrá quejarse por sus implicancias asesinas.
En mi ciudad la muerte,
Que humea sílabas recortadas por la mitad,
Navega tendida en una alfombra
Que no vuela pero sí avanza.
¿Hacia dónde?, qué se yo,
Quizás hacia la misma muerte
Inconclusa que dejé mientras comenzaba mi labor hasta entonces impoluta.
Si bien es cierto, como todo ciudadano
Conservo en mi agenciado corazón un trozo de mi tierra.
Espasmos verborreicos circunstanciales,
Arrebatados del falso horizonte,
Son los vecinos de la conciencia local
Que llena de cristales punzantes la superficie.
No hablo de agujeros en la sangre
Ni de fantasmas preciados.
Los amigos de la sonrisa
Sonríen amigablemente.
Las gaviotas, espléndidas en su vuelo,
Se acercan y acicalan la soledad del momento
Y luego se alejan para no más volver.
Los truenos no del cielo sino del pavimento,
Destruyen a las ilusionadas primaveras.
Gracias compañera por esperarme y escucharme,
Ya no más vida ni luz existe en esto,
Que no es nada,
Pero es lo que tengo.-
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