Antes yo tuve un reino
que nacía en la floresta
era de flores y de viento,
de brisa y de rocas frescas.
Había un organillo de oro
que tocaba melodías,
las flores bailaban en la brisa
cuando la noche moría,
las rocas eran el pan
que los príncipes comían,
eran blandas y transparentes
como aquellas melodías.
Y hoy,
me queda tan sólo el recuerdo
de aquel reino encantado,
todas las flores han muerto,
el viento las ha quebrado,
el organillo era de un cuento
que cuando niño me contaron.
Pero hoy como bohemio
también tengo mi reino,
la noche es mi consejera
y el vino, el pan más tierno;
tengo vida pasajera,
como el día y como el tiempo,
vivo solo como hierba,
como cuervo hijo de cuervo.
Y se me van pasando los días
y de a poco me voy muriendo,
soy como todos y como nadie
y como nadie estoy viviendo.
Es mi vida y yo soy el Rey,
mientras voy conduciendo un carruaje
de fantasía embriaga
en el ir y venir de mis viajes;
es la vida que he querido
y estos son unos pasajes.
Porque viajo y vago siempre,
porque soy un peregrino
llevo estampado en el rostro
mi vivir y mi destino
de alegrías y tristezas,
de agonías y de alivios.
Porque voy siguiendo siempre,
siempre un mismo camino
y aunque vaya sobre espinas,
vivo y he vivido.
Yo acaricio las tristezas
como niño inadvertido,
como el viento a las hojas
de un árbol florecido,
porque vivo de ensueños,
porque vivo y he vivido.
Porque vivo y estoy viviendo
embriagado de fantasía
que corre por mis venas
como aquellas melodías,
en un cuento inventado,
en un imaginado día
que por ir creciendo
se me olvidaba, se me iba.
Ya le he dicho al tiempo
la verdad que es sólo mía,
la que nace con la noche
y que muere con el día.
21.01.76
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