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Bajo el mar, bajo el mar… todo mundo sabe la historia de “La Sirenita”, pero lo que a Walt Disney se le olvidó, fue incluir una bella historia de amor que sucedió en el mismo palacio del rey Tritón. El rey Tritón tenía un hermano, el príncipe Rascacio que cuando nació la princesa Ariel nació su hijo el pequeño Froilán. La corte vio estos nacimientos simultáneos como una señal, así que fue decidido que ambos niños contraerían matrimonio al cumplir la mayoría de edad.

Pasó el tiempo y los niños fueron creciendo con la idea de que algún día podrían hacer juntos con sus colas de pescado lo que se les viniera en gana; sin embargo, cuando el rey Tritón y su hermano Rascacio empezaban a hablar de planes de boda, Ariel se enamoró de aquel marinero de la superficie que tenía pies en lugar de cola. Ariel habló con Froilán sobre lo imposible que sería para ellos una unión, puesto que ella no lo amaba.
-Yo tampoco-contestó él- Te tengo cariño pero no amor, ve con aquél hombre de la superficie y sé feliz.

Con esto, Ariel empezó a frecuentar la superficie y Froilán las inmediaciones de un barco hundido desde hacia un siglo como medio para distraerse; el lugar que más le gustaba era una gran ventana que había pertenecido al salón de fiestas y que lo comunicaba cuando menos de vista con el otro mar, ya que el grueso vidrio había resistido al hundimiento.

Todos los días iba a ver a los sirenos y sirenas que pasaban. Sirenas que venían de comprar su ajuar matrimonial, sirenos volviendo de su paseo de la tarde y niños que jugaban con un erizo de mar.

Un día Froilán tuvo una discusión con su padre acerca de su boda con Ariel a la que persistía en negarse, Rascacio había amenazado con encerrarlo si continuaba con sus negativas, la discusión había dejado a Froilán acalorado y despeinado, por lo que fue a buscar sosiego al barco, pero cuando llegó ya había alguien mirando por la ventana: Una preciosa sirena de largos cabellos lo miraba, sus ojos café claro brillaban de una forma que hacía palpitar con fuerza su corazón; sus cabellos flotaban a la más ligera corriente y su talle finísimo podía fácilmente abracarlo con su manos. Él en cambio estaba despeinado y el rubor de la discusión lo hacían ver como si acabara de hacer jugueteos amoroso con alguna sirena, aunado a esto, su pecho descubierto se dilataba con frecuencia, mientras él intentaba calmarlo sin lograrlo.

Tal vez éste aspecto fue el que animó a la sirena, porque le sonrió de una manera tan seductora que el mismo papa podría caer a sus pies.
-Me llamo Gabriela-dijo ella a través del vidrio. Su voz llegó a Froilán como un susurro pero puso oírla, él por su parte hizo lo mismo.

Pasaron buena parte del día hablando y entregándose al juego de la seducción; Froilán se proponía conocerla más a fondo y presentársela un día a sus padres para casarse con ella; sin embargo al día siguiente no pudo volver, su padre cumplió su amenaza y cerró con llave puertas y ventanas de su habitación, sólo le quedaba su pez león de compañía, pero no podía hacer mucho por él. A los dos días, su pez entró por la ventanilla sin cristales que había en el techo de su habitación trayendo en sus mandíbulas un mensaje escrito por Gabriela:

“NO VOLVISTE Y EN SERIO ME INTERESASTE
BESOS
ADIOS”

A partir de entonces Froilán sólo pensaba en la forma de salir de ahí, hasta que recordó la única solución que tenía. Cuando el príncipe Rascacio entró para preguntarle acerca de su boda, el joven respondió muy firme:
-Sí padre, voy a casarme con Ariel.
Rascacio sonrió satisfecho y retiró por si mismo los candados. Había pasado una semana desde que conoció a Gabriela y no estaba seguro de volverla a ver en el mismo sitio, pero con felicidad se dio cuenta de que ahí estaba.
-¡Gabriela!- exclamó- Mi amor, mi vida, perdóname.
-No puedo Froilán, no eres constante, y yo… necesito amor todos los días.
-¡Por favor mi niña linda! Estuve encerrado, mi padre quiere casarme, pero yo no…
Gabriela hizo un gesto altivo.
-No me crees ¿verdad?
-No sé, todo lo que me dices…
-Pero te quiero y me gustas mucho.
-No creo que te guste.
-Pero…
Tanto y tanto rogó Froilán que Gabriela terminó por ceder.
-Te amo-susurraba él ebrio de amor.
-Yo también… quiero cometerte la boca niño bello-decía ella-Debes saber algo… yo soy una princesa, la hija del rey del Sargazo que es muy poderoso, éste mar y hasta los peces que viven en el palacio llevan su nombre y se enojaría mucho si jugases conmigo.
-Nunca jugaría con tus sentimientos mi niña hermosa, además , yo también soy una especie de príncipe, un príncipe segundo podría decirse, soy sobrino del rey Tritón.
-Pero… ¡el rey Tritón y mi padre son grandes enemigos!
-No importa, iré a tu palacio para pedir tu mano.

En efecto, Froilán volvió al castillo decidido a ir con el rey Sargazo, pero para llegar al mar del Sargazo tenía que pasar por la fosa de los tiburones blancos y por el túnel del calamar gigante.
Se hizo con una espada del salón de armas del rey y ató al nacimiento de su cola un pequeño cofre que contenía un anillo de hermosas perlas para dárselo a Gabriela en el momento de comprometerse.

Froilán ya había nadado mucho cuando llegó a la fosa de los tiburones, y como era de esperar al detectar su presencia se abalanzaron hacia él. El joven los evadía con facilidad y los repelía con su espada, pero muchos tiburones alcanzaron a herirlo y uno de ellos mordió el hombro de Froilán.

Aún herido siguió su camino hacia el reino del Sargazo pero antes de llegar todavía tenía que pasar por un túnel donde vivía el calamar gigante que devoraba casi cualquier cosa (como Icnos o Koalas su platillo favorito). Un olor nauseabundo lo recibió en la entrada del túnel debido a los restos de comida que dejaba el calamar. Entró lentamente pero decidido a no morir en su empresa, sin embargo a los primeros minutos que llevaba nadando, el calamar lo sintió y con un tentáculo intentó envolverlo pero Froilán lo esquivó con esto sólo logró aumentar la furia del calamar que empezó a atacarlo con los demás tentáculos, el joven apenas los evadía con su agilidad y con lo agudo de su espada, pero en un descuido el calamar consiguió aprisionarlo.

Froilán luchó con fuerza, pero obviamente el calamar era un adversario invencible, si iba a morir iba a hacerlo por amor. Sin embargo, al ver que el calamar llevaba a sus fauces la cajita con el anillo de perlas el joven tuvo un despliegue de energías al ver que el objeto para su amada iba a ser engullido, retomó la espada e hirió con ella al tentáculo que lo apresaba, luego nadó rápidamente hacia las mandíbulas de la bestia y a riesgo de ser comido él mismo se metió en su garganta cortando el tentáculo que llevaba su tesoro y salió velozmente. Mientras el calamar se retorcía por la pérdida de dos de sus extremidades Froilán se acercó a la cabeza y clavó la espada en el ojo de la bestia.

Dejando al calamar imposibilitado para seguirlo, Froilán continuó su camino herido y cansado. Cuando por fin llegó al castillo su aspecto era tan lamentable que daba lástima, su cola sucia y herida, su torso encorvado y chorreando sangre. Ninguno de los guardias lo dejó pasar, pero el rey Sargazo lo vio rogar para entra y él mismo salió a recibirlo.

-¿Qué es lo que buscas en mi reino forastero?- dijo con una mueca de desagrado al verlo tan sucio.
-Señor, he venido del reino del rey Tritón por un solo motivo: he visto a su hija, la bella Gabriela y estoy enamorado de ella. No me iré de aquí sin que ella haya consentido en ser mi esposa.

El rey estaba furioso, que un individuo desconocido y por aparte con mala apariencia viniera a pedir la mano de su adorada hija era como un insulto a su grandeza, por lo cual estaba a punto de darle la pena de muerte a aquél extranjero; pero Gabriela que estaba escuchando salió en su defensa.

-Padre no lo hagas, ¿quieres acaso que tu hija muera de dolor al ver que el hombre que ama morir? ¡Déjalo vivir por piedad!

El semblante de Froilan se puso radiante y sus ojos se iluminaron mientras sacaba el hermoso anillo de perlas y lo ponía en el delgado dedo anular de su amada.
El rey no queriendo que su hija fuera infeliz, consintió aquél matrimonio no sin antes confirmar el linaje real del joven y días después en una pomposa ceremonia se casaron dándole él el primer beso de amor con el que tanto soñaba; pero antes de terminar Froilán despertó: ya no estaba en el mar sino en una cómoda hamaca junto a la playa y al darse la vuelta se encontró al lado de su bella Gabriela, le dio un tierno beso y abrazándola volvió a dormir.


Texto agregado el 05-07-2008, y leído por 444 visitantes. (12 votos)


Lectores Opinan
15-07-2010 Muy buena, que me ha gustado que le pongas la sirena y Froilan. *** luciernagasonambula
30-10-2008 Es una hermosa fábula donde el amor se dibuja en toda la trama. Felicitaciones. logan5
25-09-2008 me ha gustado.se nota q estás enamorado. tartarina
04-08-2008 Jajajajajajaja que risa con el icno.. niño froi, como hace para imaginarse todos estos cuentos tan extraños?? olvidelo creo que si es la marihuana =P no querrá que lo regañe por eso tambien verdad lepe? jejejeje un besote saludotes!!!! se le extrañaba 5* lienzonegro
30-07-2008 Por cierto apoyo a koala... CHALE!!!!!Atte: José_de_Cádiz Icnocuicatl
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