A MAGARI
TORBELLINO
Intrépido, audaz, indomable, valiente o simplemente demente, enajenado e inconsciente. Así es mi compañero de correrías. Desde que nacimos no nos hemos separado jamás. Antojadizo, rebelde. Lo cierto es que no hay peligro que lo detenga. Tal para cual. Mientras disfruta en extremo las emociones, yo quedo extasiado con lo que él y la vida me entregan…
- … Hay algo extraño en el ambiente. Ese feo olor… ¿De dónde vendrá?
Después de cada accidente, yo permanezco a su lado hasta que se recupera. Y nuevamente al ruedo. Tantas veces cae, tantas veces se levanta. ¡Nunca es basta! Siempre es más y esa actitud nos hace vivir la gloria de las máximas emociones cuando estamos en la cima de una montaña cubierta de nieve y nos lanzamos por sus pistas naturales descubriendo, recién en el descenso, cada uno de los accidentes que con presteza debemos sortear cautivados por la vorágine.
Más tarde, una larga temporada en un hospital, en recuperación por los golpes o fracturas sufridas en las caídas… Muy loco… ¿No?
- … Pero… ¡Por favor! ¡Qué fetidez!…
… Y a su lado estaba yo esperando su recuperación. Permanentemente.
¡De sobra sabía que había más! Cada una de las correspondencias recibidas, contiene una invitación para una próxima confrontación riesgosa. Riesgo y peligro, sinónimos de placer en su Vida…, y yo con él. Inseparables.
Una inmersión en alguna parte del pacífico a 175m de profundidad y con el peligro de ser prisionero de la borrachera entre burbujas por la tremenda presión que origina el volumen de sus aguas, le daría a él la consagración máxima de permanencia mundial.
¡Más que emocionante resultó la prueba cuando sentía que todo su organismo estaba a punto de estallar!…
- Humm… ¡Cada vez es mayor este olor nauseabundo!…
… Treinta días le llevó restablecerse después del desmayo, cuando había finalizado airoso en la contienda, en la que su oponente murió.
Después vinieron los preparativos para una caída libre desde los 8000m de altura. La tierra se venía velozmente hacía nosotros y la sangre se le congelaba vibrando de satisfacción hasta abrir el paracaídas pasado el límite aconsejado. Inmediatamente le siguió escalar el monte Everest por las zonas más peligrosas de laderas empinadas… Y entre tumbos y caídas no llegamos… Pero codearnos con los extremos, nos llenaba de satisfacción y orgullo
- No se soporta más este olor…
… Luego nos enfrentamos a otro auto, a 220 Km. por hora en una pista de un solo carril. Si bien el otro desvió a tiempo el suyo, no pudimos salvarnos ambos del accidente… Pero salimos ilesos.
Vino el famoso cruce en los pasos a niveles del FFCC, corriendo a la par del rápido de turno y adelantándonos segundos antes para cruzar, casi rozando el paragolpe trasero del automóvil…Y yo siempre con él.
Su intrepidez va en aumento. Hoy aceptó el reto de hacer el recorrido peligroso de los 5500m en ala delta, entre las paredes salvajes y profundas del gran Cañón de los Vientos, con ráfagas capaces de incrustar en sus muros al más diestro.
- ¡Qué barbaridad!… Este olor ahoga… ¡Ya ni se puede respirar!
… No había experimentado en su Vida las sensaciones que estaba recibiendo en esta prueba de locura. Muchos, o todos los que lo intentaron, quedaron. Nosotros, fieles a nuestra estirpe, surcamos los estrechos espacios entre latidos, emociones, borbotones de sangre en sus venas y mi deleite en la grandeza al ver desde aquí un hilo de agua, donde hay un torrentoso río repleto de rápidos horadando las bases del Gran Cañón de los Vientos…
- ¡Insoportable este olor!
- …………………………………………………………………
- Hmm… ¡Qué asco! Ya le asoman en parte los huesos… Y los gusanos se apoderaron de él… El cadáver de mi compañero está muy descompuesto. Creo que de ésta ya no se levanta… Y lo mejor será que también me vaya.
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