Para mi gusto el amanecer es la porción visible de un puto engranaje divino que de vueltas y vueltas.
La inspiración que se arma con la sangre fresca del recién achurado, desvalijado, se provoca porque hay una luz que penetra tu piel (parte de esa costumbre de la naturaleza de estar presente enmoheciendo al elemento, o además exitando al ser viviente) y entonces el alma se ve afectada por esa onda borrachera.
Mal creíste, lector aturdido, por tanto links que hay abundando. Pensaste que era el turno de hablar de la sagrada fritanga, donde encontramos la verdad de los colores, allí en ese lugar donde todo trina.
Pensaron que iba a mencionar recetas culinarias,
o tal vez alguna data importante,
que por estar enfermo no puedo callar,
menos aún guardar con celo.
Por esto es que tengo que ser un vampiro.
Nadie puede ofrecer un sito para el vampiro.
O sea que tengo que agarrar.
¿De que me sirve tener un espíritu antes que un alma? Prefiero sumar rayas en la culata del arma antes que vivir un mundo afgano, sin consumo,
con la oferta candente venerada en un altar despojado de flores, delincuencia llena de marcados donde poder esconderse entre cortinas.
La muerte es insignificante comparada con lo que sigue, justamente ese estúpido alba que se tuerce con la tormenta, haciendo que uno se vea introvertido.