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Mientras me dejaba empapar, no sin cierta deleitación, por la fortísima lluvia de agosto, hacía ímprobos esfuerzos por recordar hasta el más mínimo detalle de los momentos que habíamos pasado juntos.

En mi cabeza se agolpaban nombres, fechas, lugares conocidos, pero sin órden ni concierto. Necesitaba reorganizarlos y completarlos.

El agua seguía cayendo incesante sobre mi.

Fluir húmedo de recuerdos que devuelven a mi memoria la geometría imperfecta de tu presencia. Tu nombre tiritando en las encías y el paso firme a ninguna parte anhelando la distancia. Déjame olvidar, me hace falta

La contradicción nubla mis pensamientos, me esfuerzo por recordar y quiero olvidar al mismo tiempo, ¿acaso estoy enloqueciendo?

Siento que el fluir de la lluvia se esta llevando mi cordura... y solo ella, con su ternura, podrá darme asilo y ayuda...

Mi mente me lleva a la primera vez que la vi. Parece que fue ayer, y soy capaz de revivir y volver a sentir cada gesto, cada palabra, cada olor de ese momento único.

Al verla pensé que era la criatura más maravillosa que pidiese existir, aún siendo plenamente consciente de sus evidentes defectos. Pero eran insignificantes a mis ojos. Como lo son ahora, aunque me cueste asumirlo

Admito que me llamó la atención la dignidad con la que entró en el bar a pesar de su evidente cojera. Vestía con elegancia y su gesto era resuelto. Sabía que allá donde fuera la mirarían, pero también se sabía guapa. Iba maquillada lo justo para resaltar unos rasgos que la asemejaban a aquellas actrices del cine negro de los años cuarenta. Jugaba a ser 'femme fatale' y tenía argumentos para ello.
La ví llevarse un cigarrillo a sus rojos labios y buscando en el bolso un mechero. Esa era mi oportunidad. Me acerqué a ella con el mechero en la mano como quien lleva una linterna...

Gracias -me dijo mientras echaba la primera bocanada de humo sobre mi rostro.
Mi rostro... como habrá sido la expresión -¿asombro, ensoñación, imbecilidad?- que provocó en ella una fuerte carcajada. Me avergonzé, pero al mismo tiempo su mirada terriblemente seductora me animó a ir por más. Sí, conversamos mucho esa noche. Ni siquiera dejó de contarme los terribles sucesos que provocaron la rigidez de su pierna izquierda. Y yo, sólo escuchaba embobado.
Cuando el dueño del lugar nos invitó a retirarnos para cerrar el local, un gato negro se deslizó fugaz entre mesas y sillas, desordenadas a esa altura de la madrugada. Hoy lamento tanto no haber reparado en esa ¿podríamos llamarla señal?. Pero lo hecho, hecho está.

Nos dirigimos a la salida, no sabía si todo acabaría al cruzar la puerta y debía hacer algo por retenerla a mi lado, por asegurarme de volver a verla. Caminé despacio tratando de buscar las palabras, un motivo, una excusa para no despedirme de ella... Al salir del local se iluminó mi mirada: llovía -como ahora-, ella no llevaba paragüas, y yo soy un caballero...

Claro, le ofrecí mi paraguas cortesmente y con medio segundo de retraso comencé a maldecirme por mi idiotéz, ella lo tomó y me entregó un pequeño papel a cambio con una sonrisa carmesí que me estremeció hasta lo más hondo, y se alejó por la calle principal.

Aún temblando desdoblé la servilleta que conservaba parte de su lapiz labial y al que antes de irse le habia garabateado las palabras que cambiarían mi destino.

"Av. Las Rosas Negras #11, por si quieres recuperar tu paraguas y quizás puedas llevarte algo más..."

Lucy

-Su nombre- alcancé a decirle a la lluvia, el nerviosismo me hace realmente estúpido...

El nerviosismo me hace tan estúpido que tomé un taxi y me llevó a la dirección indicada, no obstante quedé media hora bajo la lluvia, Llamé a su puerta. ¡Toc! ¡Toc!...

Ella, personalmente, abrió la puerta. Ataviada con una sedosa bata roja, el cabello suelto rozándole los hombros. "...y viniste..." me dijo con voz trémula. Bajo la bata se adivinaba su cuerpo perfecto y...¿sería posible? Parecía ser que su pierna izquierda era una prótesis...Me había hablado de eso, pero no le había creído del todo.

Por un momento me distraje pensando en que cosa más tendría postiza... ¿Acaso su hermoso cabello era una peluca? o quizás su maravillosa sonrisa ¿era tan solo una dentadura de acrílico? ...y ese ojo izquierdo... ¿no estaba extrañamente opaco?
Traté de alejar de mí esos pensamientos negativos y acepté su invitación de entrar...

al principio con cierto recelo que se fue esfumando cuando volví a sentir que era la mujer más maravillosa del mundo.
Me gustaba cuando reía y echaba atrás su cabellera perfumada.
Comenzamos a besarnos, primer con ternura, luego con pasión, nos revolcamos en la alfombra, retozando como animalitos, quise levantarla en vilo y un movimiento brusco hizo que se desprendiera la prótesis de su pierna izquierda...




La pierna izquierda... me mirò, la hizo a un lado y mordiò mi nariz tan fuerte que tuve que empujarla para separarla de mì.
La sangre comenzò a correr cual delgado hilo de encantado placer.
Fue entonces que notè un sabor àcido en la boca, acompañado de un olor fètido.
¿Quièn era esa mujer realmente? ¿Y si no era mujer?
Me apartè asustado mientras aquel ojo izquierdo me seguìa por la sala de estar. Tranquila, segura.
Se acercò y puso su mano entre mis piernas. Me sabìa suyo y abusaba de una fuerza extraña concebida en los poderes ocultos de la mente.
La amaba, sì... en ese momento yo la amaba como a ninguna.
Dejò caer su cabellera larga sobre la alfombra, mientras mi sexo abrìa las puertas a sodoma.

Mientras con un brazo la mantenía abrazada de la cintura, con la otra mano levanté su peluca, que ella había dejado caer en la alfombra.
Su cabeza rapada brillaba y no pudiendo resistir le mordí la nuca...
--!Ahhgggggggggggggggg! -gritó su placer

Besé sus labios, introduje mi lengua en su boca paseándola por todo su paladar acariciando su campanilla, ella dió un arcada y su prótesis dental voló por los áires yendo a caer en su ojo de vidrio convirtiéndolo en astillas.


Su aspecto era horroroso, mientras trataba de alcanzar la prótesis de su pierna izquiera, me sonreía lascivamente con esa boca vacía, y sentía el fuego que despedía su único ojo...

Por suerte para mí, soy un admirador fanático de Picasso y de su arte. Raquel me parecía uno de sus cuadros maravillosos. Solo que éste estaba vivo y yo podía hacer realidad mis sueños más locos.
Avancé hacia Raquel y la abracé mientras ella me decía: -¿No tetás titótico?
Le contesté que no. Que no soy sidótico y que se ponga la dentadura para entenderle mejor.

Quiso ponerse la dentadura, se la quise alcanzar, pero fue tal mi sorpresa que la pisé, los cric, crac resonaban en mis oídos

Raquel me miró con su único ojo, que echaba chispas y tomando mi paraguas negro me atizó varios paraguazos. Escapé a todo correr y aunque pude salir más o menos ileso, juro que jamás volveré a la casa de la Av.Las Rosas Negras #1.
!Qué el paraguas se lo meta ya sabe donde!!!

El agua me chorreaba por todo el cuerpo, un ojo de color rojo me miraba con insistencia, en ese momento me di cuenta que estaba bajo la lluvia masturbándome freneticamente y una cámara me estaba filmando.
y volví a llamar a la puerta ¡ Toc! ¡Toc!


FIN


Autores: sespir, Nayru, valvactur, spon, moebiux , arqui, wenl, marimar, galabrielle, zumm, RHC ,
















Texto agregado el 05-07-2008, y leído por 1211 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
05-09-2008 hola collectivesoulx
08-07-2008 Esta buenisimo me gusta, es toda una historia de humor negro y frio. gatelgto
08-07-2008 Ajá. Nos quedó muy bien. Cierto. galadrielle
08-07-2008 Por lo menos su corazoncito no era postizo. Excelente experimento literario. 5* ZEPOL
06-07-2008 me reí tanto que las lágrimas me nublaron la pantalla, por eso lo releí afin de dejarles un cielo estrelladísimo a todo el staff divinaluna
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