¡Ah muerto señores! ¡Ah muerto!
Lo mataron sin causa alguna
El cielo llora su partida
El mar se queja y levanta sus olas
La tierra añora su venganza
No lo mato ni espada, ni flecha
Ni bala, ni piedra, tampoco un puñal
El pobre no se defendió
Ni siquiera pidió compasión
Pero fue muerto y es lo que importa
¡Venganza! ¡Venganza!
Grita la tierra,
Mataron al hijo de un hombre sensible
De aquel que embellece más la creación
Ese que da vida a un ramo de jazmines
Que quiebra el brazo del hombre opresor
Que mata el hastío
Que crea un palacio
Donde una princesa se muere de amor
¡Ah muerto! ¡Ah muerto!
El cielo lo llora
Y lo deshojaron cual trémula flor
¡Busquemos al hombre! ¡Venganza! ¡Venganza!
Eso dice el pájaro
Eso dice el río
Eso dice el viento
Y el fiel y el traidor
¿Quién lo mato? ¿Decidnos su nombre?
El poeta calla, maldice, llora
Sabe que fue un hombre de sangre canalla
Más no se atreve a tomar venganza
De pronto recuerda la justa balanza
El sabe quien fue ¿Por qué calla entonces?
El sabe que si lo mata con sus manos
Asesinara de inmediato a dos hombres
A uno insensible de carne maldita
Y a otro que el mundo le ah dado renombre
Y le duele el pecho
Y le duele la vista
Le duele la sangre
Le duele todo
Al recordar que su otro yo
No es tan sensible, no es tan humano
Por eso ante el no levanta la mano
¡Ah muerto señores! ¡Venganza! ¡Venganza!
De pronto el poeta se para y les dice:
-Matadme señores, fui quien lo mato.