TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / cataratasargentinas / ¡Es un crimen perfecto!

[C:360233]

Capitulo I

La ciudad de Mar del Plata vivía un frío domingo de primavera. Pablo se disponía a mirar la primera serie de la carrera de Turismo de Carretera en la TV del comedor; también se iba a saborear unos sabrosos mates, cebados por su esposa Georgina; que esa mañana se la notaba muy inquieta y silenciosa; cosa que en ella no era habitual. Cuando le cebó el segundo mate, no soporto más, se interpuso entre su marido y la TV, manifestando de forma impetuosa.
- Algo anormal está sucediendo entre Fernando y su esposa Diana.
Se refería al matrimonio del 4 C. El edificio que habitaban ambas parejas tenía 10 pisos, con 5 departamentos por cada uno de ellos, de los cuales solo el 10% estaba con gente todo el año; el resto lo ocupaban en forma ocasional, o en época estival, en que algunos se alquilaban. Fernando y Diana eran vecinos desde hacía un año; él era químico; mutaba de trabajo en trabajo; por lo tanto periódicamente cambiaban de ciudad, mudándose de un lado a otro, peregrinando por distintas factorías e industrias que requerían de sus servicios. Ella era simplemente ama de casa, y por cierto muy mona.
- ¿A que se debe ese comentario? - Preguntó Pablo de mala gana.
- Asomáte a la ventana, y mirá con tus propios ojos lo que está sucediendo.
- ¿Qué está sucediendo?. - Volvió a interrogar sin mucho ánimo Pablo.
- Pero hombre…, no ves que ese truhán está preparando de modo frenético y con gran apuro, la mudanza. Hace días que no tengo noticias de Diana. Es como si se la hubiera tragado la tierra. No hay rastros de ella.
Georgina hablaba y parecía desencajada.
- ¿Qué me querés decir? – Pablo preguntó de manera enérgica.
- ¡Esto es muy sospechoso!. – Afirmaba de forma ampulosa Georgina.
- Sigo sin entender lo que querés insinuar.
Al comentar esto Pablo hacia una mueca con su maxilar, lo extendía hacia delante, de manera que su labio inferior tapaba al superior, acentuando su imagen de incredulidad.
- No te das cuenta que el bruto de Fernando seguro que la mató… , por eso decidió mudarse repentinamente, sin avisar a nadie.
- ¿Que decís?, ¡perdiste el juicio!. Bajá un cambio, de donde sacaste eso. Si ellos son como gitanos, que viven un tiempo acá, y luego chau, se mudan a otro lugar; como fuimos nosotros antes de radicarnos definitivamente en Mar del Plata; lo sabés, tarde o temprano se iban a mudar a otra ciudad.
Pablo era arquitecto, viajó junto a su mujer y su hijo por varias ciudades del país, construyendo petit hoteles; hasta que hace aproximadamente una década se afincaron de forma definitiva en Mar del Plata. Su único hijo Joaquín, se fue a vivir a España, donde se casó. Hasta allí fueron en una oportunidad, a pasar las pascuas; a su vez su hijo y nuera vinieron a veranear en algunas ocasiones, pero con el tiempo dejaron de frecuentarse, hasta la actualidad, en que la distancia se hizo tanta, que ya ni intercambiaban cartas; la relación entre padres e hijo se torno más que intransigente, se hizo nula.
A pesar de lo que le había manifestado Pablo, su esposa seguía pensando en la tesis homicida, por lo cual, a continuación sugirió a su esposo, en un tono que se asemejaba a una súplica, que bajara a conversar con su “amigo” Fernando; el cual dirigía animadamente la carga de muebles y bártulos al furgón de mudanzas. Pablo aceptó de mala gana, refunfuñando, pero hacia allí se dirigió, definitivamente perdiendo toda posibilidad de continuar viendo su amado TC, que para esos momentos largaba la segunda serie.
En la calle ambos hombres se pusieron a conversar de manera muy afectuosa y animada; mientras esto sucedida, Pablo sentía como la mirada de su esposa se clavaba en su espalda.
Fernando era un hombre robusto, algunos años menor que Pablo; hacía todos los días complementos de pesas en el gimnasio próximo a su hogar, en el que con mucha disciplina y continuidad, jornada tras jornadas, se dedicaba a ejercitar minuciosamente los músculos de sus extremidades superiores, lo cual, a través de los años le dió una tonacidad muscular muy importante. Por primera vez Pablo pensó en el contraste que existía entre lo fortachón que era Fernando y la endebles de Diana, que era menuda.
Por fin Pablo pregunto si se mudaba definitivamente.
Fernando respondió con suma amabilidad, que su nueva morada ya estaba elegida, era Mendoza; mientras la nombraba, Mendoza…, suspiraba con suficiencia, y comentaba que lo esperaba la industria vitivinícola que tanto lo seducía. Empezó a referirse a su próxima labor, cuando Pablo abruptamente lo interrumpió con una pregunta.
- ¿Y Diana, dónde está?
- Ella se adelantó con el coche, primero fue a Buenos Aires a visitar a algunos amigos, ya que ahora vamos a estar más lejos, no vamos a poder corrernos seguido a la Reina del Plata; luego siguió rumbo a la tierra del buen sol y del buen vino. Ja ja.
Pablo lo sentía raro, dado que Fernando nunca había sido tan vervorrágico como en esta ocasión, en que abundaba en detalles y se preocupaba por comentar cosas, que apenas conociéndolo, no eran habituales en él. Fernando continuó explicando.
- Pasados unos días, después de establecernos de forma adecuada en Mendoza, Diana va a llamar a Georgina, ya que la buscó para despedirse el jueves pasado, pero no tuvo éxito, no la ubicó en tu casa, ni por teléfono.
Fernando siguió tertuliando amistosamente sin interrumpir su faena, que consistía en acomodar los bultos, que le alzaban los changarines, en el gran camión de mudanzas que lo trasladaría a Mendoza. Ambos recordaron inolvidables momentos vividos en éste último año. Una vez concluida la faena de carga se despidieron de forma muy efusiva y cariñosa.
- Pronto los voy a invitar a Mendoza a ver la carrera de TC, te espero a vos y a Georgina. A propósito, muchos cariños a tu mujer.
Por fin Fernando marchó en el gran camión junto al chofer del mismo.
Pablo subió a su departamento. No bien ingresó al mismo, lo esperaba Georgina, que parecía estar al borde de la histeria. Le contó minuciosamente en que consistió la prolongada charla que tuvo con Fernando, mientras se sentaba a disfrutar la final de la carrera de TC.
Georgina afirmaba que Fernando era un homicida malicioso, estaba segura que en el interior del roperito de caoba, que cargó con tanto cuidado y esmero, se encontraba el cadáver de la pobre Diana destrozada por los golpes del bruto. Luego siguió comentando.
- Aparte desde cuando nos va a invitar a ver TC, si odia el automovilismo, no perdería ni un segundo en ver carreras de autos, en cambio sí nos invitaría a ver box, ves ahí, le creería. Siempre fue un animal, un bruto.
Continuaba con su monologo.
- Si antes del martes no tengo noticias de Diana, voy a hacer la denuncia a la policía; así lo buscan, y lo encierran para siempre, a ese matador.
- Pará un poco. Tranquilizáte, las cosas se van a aclarar, ya vas a ver, paciencia.
Por el resto del día no se habló más del asunto, por lo que Pablo se relajó un poco; disfrutó de la victoria en TC, de Mouras y su dodge, del que era hincha, por sobre el de Castellanos.


Capitulo II

El lunes al mediodía, Pablo se encontraba en su estudio-oficina junto a otros compañeros, charlando animadamente de trabajo, preparándose para ir al bar de la esquina a almorzar; cuando la recepcionista de la oficina le notificó que su esposa lo buscaba.
- Páseme la llamada, señorita Cristina.
- Perdón Pablo, pero la Sra. Georgina se encuentra en persona, está en el hall, ruega si puede bajar urgente, debido a que necesita hablar con usted.
Pablo se disculpo con sus compañeros, dado que sospechaba que no podría almorzar con ellos; bajó los tres pisos por la escalera, ignorando el ascensor; en el hall de entrada al edificio, se encontraba parada, esperando, Georgina pálida como un papel.
- ¿Qué pasa? – Preguntó Pablo, entre sorprendido y abrumado.
- Es terrible. Vamos en el coche, que encontré las pruebas que necesitaba, para afirmar que el bruto aquel mató, a la pobre e indefensa Diana.
Ambos subieron al coche, que condujo Pablo atendiendo las directivas, que nerviosamente le suministraba Georgina. Por fin estacionó junto una coqueta casa ubicada en el barrio de los Troncos. La dama descendió presurosa del vehículo, mientras señalaba con su mano derecha un Renault 11 rojo subido a la vereda de la bonita casa. Al mismo tiempo preguntó.
- ¿Así que Diana se fue en su coche a Buenos Aires a visitar a algunos amigos? Y qué me contás de este auto, ¿lo conocés?
El coche era igualito al de Fernando y Diana, pero Pablo dudaba, ya que había muchos coches parecidos al auto en cuestión; así se lo expresó a su esposa. Ella respondió enseguida, con ironía.
- Seguro en Mar del Plata hay un montón de R11 rojos con los vidrios polarizados; con la calcomanía “LAS MALVINAS SON ARGENTINAS” y encima con patente de Misiones. Pablo no lo niegues más es el coche de ellos. Voy a tocar el timbre para saber que hace aquí.
Así lo hizo. Oprimió el timbre. Salio un hombre con unos bigotitos muy finitos de unos 45 años que saludó con cortesía. Muy nerviosa como estaba Georgina preguntó por el coche, lo cual en principio incomodó al hombre, pero ante la oportuna intervención de Pablo, el señor accedió a responder sobre la cuestión.
- Lo compre apenas el jueves pasado, pero si tanto les interesa y lo pueden pagar, se los vendo.
- No, no nos interesa comprarlo, solo nos interesa saber a quien se lo compró y en que circunstancias. – Intervino Georgina.
- A ustedes que les importa! – Respondió ofuscado el distinguido caballero de bigotitos.
- No lo tome a mal. Ocurre que mi esposa está un poco confusa, dado que ese coche pertenecía a un vecino nuestro, el cual relató, partía a Mendoza, pero que no vendía el coche, sino que se iba con él. – Pablo abrevió la explicación.
- Mire le cuento. Un señor muy corpulento llamado Fernando Castelo me lo vendió muy barato, debido a que se iba, pero a Mendoza no; me dijo que se radicaría en la provincia del Chaco. Le repito esto fue el jueves; el tipo se tenía que ir, según me comentó, el mismo fin de semana.
No ahondaron más en el asunto, se despidieron del caballero ofreciendo las disculpas correspondientes. Dentro del coche fueron dialogando un poco nerviosos.
- Pasemos por la Cía de Fletes, a ver que nos dicen. – Ordenó Georgina.
Así lo hicieron. Pararon en la oficina de mudanzas, ya que ambos se acordaban de la dirección que estaba pintada en el camión que hizo la mudanza. Efectivamente los atendió el encargado, manifestando que el viaje al que se referían, se había hecho con destino a la ciudad de Resistencia.
Nuevamente en el interior del coche afirmó Georgina
- Viste, no queda ninguna duda, es un asesino, te convenciste ahora. Vamos a la comisaría de inmediato.
- Pará un poco; es muy prematuro, todo esto debe tener una explicación. Admito que es un suceso confuso, y hasta te diría, sospechoso; pero no nos debemos apresurar. Te propongo que esperemos unos días.
- Te das cuenta Pablo, si no fuera por mí, esto hubiese sido un crimen perfecto, ya que se mudaba y chau... nadie sospechaba nada; una nueva vida en otro sitio, con nueva esposa y quien te dice que en unos años, el muy bruto, no vuelva a hacer lo mismo. Un crimen perfecto! Menos mal que lo descubrimos
.
- Todavía no descubrimos nada; esperemos hasta el fin de semana. Si no hay novedades, yo te acompaño a la comisaría.
- Ok, si el viernes no tengo novedades, vamos; eh.
- Mejor esperemos hasta lunes. No nos apuremos. Alguna explicación debe haber.
Así quedo el acuerdo. Hasta el lunes iban a esperar, si no tenían novedades de Diana, juntos, iban a hacer la denuncia correspondiente.


Capitulo III

La semana avanzó, con la espesura que significa vivir una situación tensa, como la que afrontaban los esposos pensando en sus vecinos. El sábado por la tarde, luego que Pablo había regresado del trabajo y despertado de una pequeña, pero reparadora siesta, sonó el timbre. Georgina pregunto por el portero eléctrico - ¿Quién es?
- Soy Diana. ¿Puedo subir?
Efectivamente la voz de Diana se escucho a través del audífono. Lo cual dejó a Georgina petrificada. Entonces Pablo agarró el aparato y oprimió el botón que hace sonar la chicharra, para que abra la puerta del hall de entrada al edificio, e indicó a Diana que suba.
Diana subió presurosamente, en menos de un minuto ambas amigas se daban un beso en la mejilla. Luego de sacarse el abrigo, Diana se sentó en el sillón del luminoso living junto a sus amigos, que la contemplaban atónitos.
- Me imagino que se sentirán un poco sorprendidos porque me fui sin despedirme de ustedes.
- Un poco sorprendida se sentía Georgina. Yo admito que estaba intrigado, ya que hable con Fer, pero él no te cuenta todo. ¿Qué ocurrió?
- Como sospecharían las cosas entre Fernando y yo no marchaban del todo bien.
- Pablo a veces conversaba con Fer pero …
- Sucede que la semana pasada discutimos un poco fuerte, justo cuando habíamos organizado todo, para mudarnos a Mendoza, ya que Fernando tenía acordado incorporarse al personal de una bodega, pero a último momento le dije que no iba debido a que me quería separar. El se puso muy mal; yo me fui en micro a Buenos Aires; varias veces llamé a Georgina por teléfono, creo que el jueves pasado, antes de partir, pero no la ubiqué; después desde la Capital la quise llamar, pero fue imposible comunicarme, dado que hacer una llamada de larga distancia con éxito, es una utopía, los teléfonos andan muy mal. Hasta que no cambie ENTEL, esto de los teléfonos, no se va a solucionar; en fin, pero acá estoy feliz de ver a mis grandes amigos.
- Pero … y todo lo que Fernando le contó a Pablo.
- Fernando a pesar de ser grandote y fortachón es muy vergonzoso, así que en vez de ir solo a Mendoza, aceptó un puesto en el Chaco, en la textil de un primo de él, que hace mucho le insistía que vaya a trabajar allí. Inclusive le dieron una camioneta 0 km para que supervise las distintas fábricas que tienen en Chaco y Corrientes.
- Por eso vendió el coche presurosamente. – Comento Pablo.
- Seguro, si hablaste en estos últimos días con él, habrás notado que estaba un poco cambiado; no te dijo toda la verdad. Es la vergüenza que lo hace inventar cosas, para que no sospecharan que nos habíamos peleado. Yo ya lo conozco, es así, dice cualquier cosa con tal de que no se sepa que hemos reñido. Yo lo quiero igual. Así que hoy a la noche tomo un micro para encontrarme con él, en el Chaco; allí sí que seguro, los vamos a invitar a pasar unos días. Fernando los quiere mucho, especialmente a vos Georgina, porque sabe que siempre te preocupaste por nosotros desde que nos afincamos en Mar del Plata.
Siguieron charlando animadamente hasta que llegó la noche, en que Diana se despidió; a continuación se dirigió a abordar el autobús, que la llevaría a reencontrarse con Fernando.

Epilogo

Esa noche Georgina durmió placidamente, mientras su marido, toda la jornada reflexionó sobre lo sucedido con sus ex vecinos.
A la mañana, Pablo con un marcador rojo, hacía un círculo en el aviso clasificado del Clarín, que decía, “Importante Empresa de la Construcción necesita Arquitectos con experiencia para la construcción de complejos hoteleros en Ushuaia”.
Mientras hacia esto, recordaba lo que unos días antes exclamaba su esposa “Es un crimen perfecto!”

Texto agregado el 04-07-2008, y leído por 98 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
04-07-2008 P.D. Aquí también hace frio y llueve pero no voy a omar mate, sabe feo, como guácalas. marxtuein
04-07-2008 es bueno el relato. Se lee con cierta dificultad porque el ritmo es lentón, pero con un poco de paciencia y vista sale. No me gusta el mate. un saludo marxtuein
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]