En la nocturna agonía de la tarde,
en el ocaso celestial,
cuando las sombras abrasan
mi cuerpo y alma, me iré.
Alejaré lo más que pueda el dolor,
llevaré conmigo la carga de la culpa y la responsabilidad,
y trataré de volver a ser yo,
ya, que para ella no pude ser mejor.
En el ir y devenir de mis pesares , duelos y consuelos,
y en mi corazón; denso, espeso, oscuro,
un agujero negro ingirió mi esencia,
me dejo vacio, solo, triste.
Y si un amanecer encontrare en mi camino,
tendrá su rostro y cuerpo,
me iluminará, me abrasará, pondrá mi ceño tibio,
y será su amor, de nuevo su amor, el que pronto me guié.
Porque ella y solo ella ocupa mis pensares,
porque ella y solo ella, abrió mi corazón y mis sentidos,
y desde entonces añoran el extasis, vibran, palpitan su recuerdo, su regazo,
de los largos días por verla, de las noches plenas por tenerla.
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