Cayó lentamente al pavimento, casi congelado, de la avenida principal.
No subió los ojos, pues sabía su ubicación perfectamente. No movió ni medio músculo, aún sabiendo que el tránsito estaba en su hora pic.
- todo sigue igual y al mismo ritmo siempre -
Los de dos piernas pasaban casi por encima del cuerpo
fijándose de vez en cuando en el corazón mutilado, pero como latía bien, seguían.
Se acordó cuando entró a su vida aquel fantasma de humo; ése que no le interesó en un comienzo, ése que ahora extrañaba en vida real.
Rió mientras escupía la mugre que le impedía toser y descansó en ése recuerdo.
Visualizó los cigarros en sus párpados y rogó porque estuvieran enteros; eran necesarios en ese momento eterno.
Pasarían siglos – no sé – y seguía con la idiota sonrisa del espíritu aquél, que quizás no existió y que rogaba fuese real lo antes posible. Era su única salvación aunque vinieran a levantarla otras manos, solo él podía hacerlo y se regodeaba de esa indeseable verdad.
Comenzó a llover, él se alejaba y aunque a veces volteaba su cuerpo de humo “con vida ocupada”, la miraba de vez en cuando...no quería entender.