HSIAO Chu (9) La fuerza domesticadora de lo pequeño. El éxito sólo puede lograrse si va acompañado de la suavidad I CHING
Me preguntas si alguna vez, quizá,
podría enamorarme de ti.
Tal vez, te contesto, tal vez…
¿Tal vez?...te asombra mi respuesta.
Si me dejas conocer tus pequeños detalles
Podría responderte con certeza, digo.
¿Por ejemplo?, y sonríes interesada.
Necesito saber de tu manera de peinarte,
El gesto que haces con los hombros al tirar del pelo,
La boca hacia un costado, mordiendo un labio apenas.
Como estiras la cara hacia el espejo,
Buscando testimonios que te afeen o embellezcan.
Cómo al final levantas las cejas y frunces el ceño
Nunca satisfecha.
Cómo te cortas las uñas de los pies,
Cómo las pintas, un muslo a la vez apretado sobre el pecho.
Cómo caminas al salir de tu casa,
Y el gesto que haces al cerrar con la llave.
Cómo apoyas tus manos sobre el volante del auto,
Como te paras frente a una vidriera,
Cómo estiras el brazo con fuerza
al meter una mano en la cartera
Sacando de ella cualquier cosa, menos lo que buscas.
Cómo te sorprendes cuando te llamo,
Cómo sonríes al volverte y encontrarme frente a ti.
Cómo te inclinas junto a tu hijo para cerrar los botones
O arreglarle el cuello a su campera.
Cómo te cubres con el camisón de noche,
Y con ello me recuerdas el gesto de los niños...
Hay tantos, pero tantos detalles a explorar,
Que no alcanzaría una vida para todos...
Pero si además tu boca
dice siempre lo que tus ojos dicen,
desde el claro núcleo de tus pequeños detalles,
Y esos ojos hablan sin parar de ti,
irradiando sin medida
la fuerza imponderable de la suavidad,
entonces, sí, mujer, creo que podría
ir enamorándome de ti,
detalle a detalle, suavidad más suavidad,
para qué apurarse,
si tengo lo que me queda de una vida
para ir enamorándome de ti…
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