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Jugada memorable


El partido terminaba, padres, patrocinantes, seminaristas y religiosos sudaban a mares chocando cuerpos, tratando de apoderarse–empellones por medio- del balón y ganar los segundos restantes. De pronto, el padre Gustavo quita el balón, le da un pase a Walter, eterno seminarista que aún no se decide a hacer sus votos pero que juega como los ángeles... de Walter al padre Franklin en un espectacular pase de pecho (¡qué pecho!, se oye entre las religiosas que presencian el partido) ... ¡quedan 10 segundos!... el padre Franklin retrasa para Daniel, uno de los benefactores de la congregación y pivote del equipo, quien en una mirada de reojo capta la seña del padre Juan Manuel que se encuentra libre y sin perder tiempo lo "corona" con un pase magistral por encima del hombro... ¡dos segundos!, casi puede cortarse el aire... ¡De tres!, gritan las hermanas... ¡Siiií! Gritan los jugadores. La anotación de tres puntos del Padre Juan Manuel dio fin al partido de basketball ofrecido a beneficio del orfanato.

Hubo mucho alborozo y felicitaciones de parte de las religiosas, fervientes admiradoras de su joven párroco:

¡Es un jugador milagroso!, dijo la hermana Leticia

¡Dios lo asiste en sus jugadas!, replicó Sor Juana

¡Es el ángel de la cancha!, replicó la hermana Carmen María

¡Esas manos están benditas!, agregó la hermana Laura

¡Los ángeles cuidan sus pasos!, ripostó un coro de voces formado por Sor Gabriela, Sor Denisse y la hermana Dolores, encargadas de amenizar las misas que celebraba el padre JuanMa, como le llamaban todas por "fervoroso cariño".

¡Cada cesta suya es una florecilla a la Virgen!, agregó Sor Teresa.

El Padre sonrió de camino al vestuario, donde se tropezó con una Sor Rocío enmudecida, quien sabe si ante tanta desnudez (la de unos shorts deportivos y una camiseta que dejaba ver muy bien la complexión atlética del joven sacerdote) o debido a la expresión susurrada por la hermana Socorro al paso del jugador estrella de este día

Hasta el sol de hoy el padre Juan Manuel sólo puede recordar lo que le susurrara la hermana Socorro mientras él se encaminaba al vestuario: ¡Dios, qué nalgas tan divinas!



Texto agregado el 02-07-2008, y leído por 85 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
02-07-2008 Lo dejo a la imaginacion del lector.... Esto demuestra que las hermanas de la caridad todabia tienen hormonas.... ¡Nos mintieron todo el tiempo estos tipejos! Un abrazo mauro22
02-07-2008 ¿te faltó una palabra o lo dejas a la imaginación? como cuento erotico si asi fuera no me gustó. Por otro lado bien recreado el ambiente de un partido de basket en una escuela religiosa. En todo caso hubiera preferido que el padre y la religiosa hubiesen disfrutado de una tarde. dinosauro
 
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