Busco lector

Después de tres horas en la misma mesa, con la misma cerveza y sin razones para estar en ninguna otra parte, llame a la mesera. -oiga, usted de casualidad no conoce a alguien, que no tenga nada que leer, y este intereseado en mi novela-. Le pregunte en un tono ciertamente molesto,era un acto suicida tratandose de mi intelecto, deje el cuero de mi orgullo por el piso. –no, no señor acá solo vienen los obreros a tomarse una cerveza, y de vez en cuando a comerse un pedazo de salchichón, pero no, no señor, si quiere le pregunto, a don chepe, a ver si él sabe -. Su respuesta me tomo por sorpresa, pensé por un segundo que mi pregunta no había alcanzado a salir de mis pensamientos, pero con aquella respuesta me di cuenta que estaba en el aire, en aquella cabecita de cabellos rizados y labios angostos. Se noto que a la señorita, nunca nadie le había preguntado eso, también se le noto la voluntad y el afán de ayudar. -no. te preocupes-. Le dije en un tono mucho más amable.

Tome mi vaso y le mire de lejos, cuando ella giro me vi expuesto, me encerró en sus ojos, no me daba espacio para moverme, seguramente le parecí un personaje extraño, o me le parecí a alguien de sus sueños con los que creyó casarse, luego, en lugar de soltarme la mirada, se acerco a examinarme detenidamente, haciéndose la que limpiaba una mesa que parecía más limpia que las que estaban más lejos. En ese instante me vi en su vida, me vi aconsejando su ropa, y consintiendo sus caprichos, comprándole todas las rosas del mundo, quice abordarla, pero no supe que preguntarle, pero no me apresure porque teníamos toda una vida por delante.

Le pedí otra cerveza, un esfero y una servilleta, ella se oculto detrás del mostrador para sacar la cerveza, me dispuse a escribir el poema más hermoso me imagine las rosas que tendría que comparar con su piel, y alguien rompió el momento.

Un hombre gordo, se sentó en una mesa junto a mí, con una calculadora y un cuaderno, la mujer se cruzo con el y en un lenguaje de señas algo complejo se refirio a mi, me pasó el esfero, la servilleta y la cerveza, le di las gracias de la manera más amable, pero ella pareció no darle importancia, aun asi me dispuse a escribir el poema más bonito del mundo.

Se le acerco al viejo, y le trato de hablar pacito, pero no tan pacito como para no escucharle del todo lo que decía, señalándome con los labios, me volvi a dar cuenta que se trataba de mi - Don chepe, vea que tipo tan raro, llego hace horas y se ha tomado una sola cerveza y me hizo una pregunta más rara, a mi se me hace que ese fue el mismo que se nos fue sin pagar la vez pasada, tiene la misma cara, lo que me hace dudar es la ropita que trae-. En ese instante anule mis buenos pensamientos, cancele el matrimonio y los pedidos de rosas, me dispuse a marcharme, pero no sin escribirle un par de verdades en la servilleta, luego deje el dinero en la mesa, y salí rápidamente de allí, ella corrió pensando que me había ido sin pagar, se acerco a la mesa, vio el dinero y la servilleta, la tomó y la leyó.- !señorita, usted fue el amor de mi vida por un par de segundos, siento celos del hombre de sus sueños, espero y le regalen las rosas que me inspira, y que completen los poemas con su cuerpo, jamas habia venido a este sitio, yo me voy con mi cara de malapaga, espero y comprenda mi ausencia, no se aflija por la cuenta aqui le dejo el dinero, -. con una mueca, torció el labio como extrañada.- ¡esta loco!- me grito a lo lejos. Sin explicaciones que solo para mi eran obvias y sin mirar hacia atrás me marche a mi casa con un lector mas, porque para ser lector no es necesario leer mil palabras, con unas pocas pero muy sinceras basta.