Volcanes, aludes, maremotos,
ciclones, tornados, crecidas,
¿quién los juzgará?
¿Quién se querelló contra el Etna?
¿Alguien demandó al Krakatoa?
La impunidad de la naturaleza
abisma a todos los seres,
destruye sus casas, asola regiones,
y luego el sol relumbra
sobre toda palmaria desgracia.
Atrapen al Llaima, es un psicópata,
alguien entregue pistas
para encarcelar al Katrina,
el tsunami que devastó Sumatra,
¿goza de libertad?
La naturaleza devasta,
se sacia de sangre y alecciona,
el hombre aún no ha creado
tribunales para enjuiciar sus pestes,
la vida nace con la mácula
de una catástrofe incrustada en sus genes.
Esposen al temporal aquél,
que alguien le dé su merecido
al volcán que desgarró las esperanzas,
de las vidas que a su sombra crecieron,
que alguien levante la voz,
que todos barajemos cartas
en esta infausta mesa de naipes...
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