Las hormonas de Alouqua pedían a gritos a aquél niño de la habitación 11, suplicándole que le diese a beber un poco de su inocencia... Inocencia que ella había perdido hace mucho tiempo, cuando posó desnuda por primera vez frente a un viejo de sesenta y tantos años.
Quizo estar con él en las vísperas de Navidad, mientras los demás recibían sus juguetes, el pequeñito recibiría la carne de Alouqua.
En esa noche, el niño dormía plácidamente, lo que permitió que ella entrase a hurtadillas y lo encerrase en su propio cuarto, haciéndole imposible la escapatoria.
Cuando Alouqua se acostó a su lado y comenzó a besarle el cuello, el muchacho se despertó y asustado trató de levantarse de su cama; pero como ella era una diosa, su propio sudor hizo que las sábanas se volvieran a su favor y aprisionaran a la criatura como si fuesen varias serpientes.
Sus piecitos se hundieron en el colchón y su piel se fue arrugando a medida que las babosas de Alouqua iban trepando por sus piernas hasta alcanzar su vértice. Cuando llegaron hasta allí, adornaron su entrepierna con un pequeño pilar...
Alouqua encajó sus caderas con las de él y lo montó salvajemente como si fuese un corcél, violando su infancia y convirtiéndolo en un adulto de forma abrupta, sin compasión, ni arrepentimiento.
Finalmente le hurtó su belleza en tan solo una noche... ¡¡Y en menos de cinco minutos!!
-"Es una verguenza lo que ha ocurrido." Le dijo la conciencia a ese niño que yacía solitariamente tendido en su lecho, después de haber recuperado el aliento. Ahora sus propios dedos le habían convertido en su esclavo y le volverían a tocar cuando quisieran.
La experiencia fue exquisita, pero algo en su mente seguía revoloteando... Fue entonces en que el sabor dulce se tornó amargo y el placer se transformó en un agudo dolor que se irradió a su espina dorsal, causándole una enorme angustia y por lo cual, lágrimas de vino blanco comenzaron a emerger de sus ojos...
Aquella mano en donde sostenía un pilar, ahora sólo existía un completo desastre. También se percató que había nieve desparramada por toda su cama, y que ya no estaba Alouqua, pues ella sólo era parte de un sueño envuelto por una revista de Playboy. |