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Inicio / Cuenteros Locales / gustavomajua / Los Segud. Y def. de J.C.C en pos de la redencion de su alma

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Donde se trata de los sucesos que antecedieron a la batalla, acaecidos en el Bar Republica Argentina.

Aquella primera jornada en el Republica Argentina nos moríamos de calor como de costumbre. Las moscas sobrevolaban los nichos. La concurrencia se apuraba a la cerveza. Y nosotros los héroes de esta tragedia, evocábamos los vapores elegiacos de la ginebra.
Distante, el miserable e inhumano Pita (patrón del antro), se obstinaba en negarnos la consignación de un especial de mortadela a crédito sin documento.
Imaginemos la escena:
Los tres, es decir, Finito, Fiambre y el que narra, con los picos bien calientes, aullando injurias. Los tres al borde de la inanición, manteniendo un pedo del día anterior, ya atenuadito a las diez de la mañana. Los tres en el sucinto estado, nos mirábamos con desconcierto y crepitad ascendentes.
Queríamos tomar alguito, fumar alguito, aunque sea un vinito tinto o un vasito de cerveza bien fría, es decir alguito.
Y ya nos rajábamos cuando lo vimos entrar al tipo. Venía como de costumbre, con esa cara de culo que desde hacia ya varios días se empecinaba en mantener. La razón, todos la sabíamos: La mina.
Me parece que lo estoy viendo. Avanza el coso, lo recuerdo con claridad: mirotea, hace como que se le esta viniendo el mundo encima.
(Tiene, en realidad, varios mundos amontonados).
Luego hace de cuenta que conoce a un gil, el cual está sentado con otro en una mesa cercana a la nuestra. El coso le invita un trago de vino, un poco para sacárselo de encima. Juan abusa y se sienta en la mesa. El otro lo mira con desconfianza, pero Juan ha decidido hacerse el boludo.
(Para los que les guste los cálculos se advertirá que Juan era en realidad un poco boludo, pero a veces, como en el caso narrado, exageraba).
A continuación mirotea hacia el lugar en donde nos encontramos nosotros en el penar ya enunciado.
Nadie saluda.
¿Para que saludar?
El tipo descarado apura a lo loco el vaso ajeno.
Uno de los cosos percibe el abuso.
(Se encamina un quilombo)
¿y este quién es? Pregunta el tipo.
(Aquí se arma el despelote.)
Juan se hace el pelotudo.
(Si, también era un poco pelotudo, a que negarlo)
Se hace el triste, o mejor dicho, esta un poco triste.
-Vaya compadre- dice uno de los dos, y lo agarra del brazo.
Juan se llena de indignación, pero no suelta el vaso.
-Sácame la mano de encima- susurra entre dientes enfurecido.
Uno de los tipos se lleva la mano a la cintura.
Pero Juan se ha incorporado y ahora camina hacia la barra del antro esquivando el mambo.
Allí encontrará a un parroquiano mayor, un viejo del año 23, quien esta junto a su novia, una robusta mujer, tomándose una café con leche y dos tortillas.
A lo lejos se escuchan algunas estrofas de la marcha de San Lorenzo. Las estrofas bélicas de la marcha lo llenan de profundos fulgores.
Ha dejado caer su humanidad pesada apoyando el codo derecho sobre el mostrador.
¡Febo asoma…!
La gorda lo mira de reojo con desprecio.
Un borracho cualquiera- medita la gruesa
…Tras los muros son las hustes…
Juan esta excitado. La gorda posee un par de ancas firmes como el regimiento de granaderos.
…San Martín para luchar en San Lorenzo…
¡Viva la patria!- dice, y se acerca a la nuca sudorosa de la gorda.
…Y la voz del gran jefe a la carga ordenó…
Finalmente se atreve. Le dice que quisiera ser agua servida para mojarle la zanja.
El viejo modelo 23 que acompaña a la gorda se embronca.
Interviene el dueño del boliche.
-¡Te saco a empujones!- advierte
(Juan esta machadito, pero no tanto, yo diría que esta bastante triste)
-A quién vas a sacar vos viejo piojoso, o no te doy de comer todos los días, -dice, y saca un puñado de papeles del bolsillo.
-Te saco a empujones. Resuelve el dueño.
(Se prolonga la escena.)
El viejo modelo 23 que acompaña a la dagor se hace le loco. Tiene ajustándole la bocamanga derecha de su pantalón un broche metálico y un inflador de bicicleta en la mano a modo de arma.
Se acerca Finito a las acciones.
- El hombre esta machadito, machadito nada más, deja que nosotros nos hacemos cargo- Suplica al sarnoso Pita.
Pero el viejo no quiere ceder.
(No quiere, pero al final cede)
Luego Pita advierte en tono condicionante
- No vengan a hacer quilombos aquí- y se reintegra a su mostrador de origen.
(La escena no quiere concluir)
La gorda ha pedido resarcimiento.
-Anda a lavarte el hoyo gorda pedorra- ha recomendado Fiambre entre dientes.
(La escena concluye incompleta.)
¿y los dos tipos timados por el oportunista?
Referente a este caso sugeriremos:
1- Al ver los dos tipos, la intensidad de la escena posterior, a instancias del acompañante de la gorda, es decir el viejo, éstos abandonaron el reclamo personal, en la idea de sumarse a una eventual patoteada brutal con botella y sillazo, la cual resultaría más eficaz y por sobre todas las cosas, más ejemplificadora que la refriega personal.
2- En esta línea, el expediente por el que Juan recibiría surra por injurias agravadas por zanja, se constituía de esta manera, en una condena más favorable a las pretensiones justicieras de los cosos.
3- Será pertinente en este punto recordar que el viejo modelo 23 era, en ese momento, el mojador periódico de la zanja gordil; la misma zanja que en esta circunstancia, era requerida por las pretensiones lujuriosas de un Juan Carlos triste y borracho, quien, si se recuerda, quiso por un momento, ser agua servida para derramarse por el territorio zanjoso de la mujer rellena.
4- Por otra parte, explorar el territorio de la gorda, resulta, al mi accidentado juicio, mejor y más entretenido que abundar en el tema de dos tipos que se enteran que los están timando con un par de sorbos de vino roñoso.
5- Por otro lado ésta gorda y éste atrevido, no constituyen un caso aislado en la literatura nacional. Diremos, acaso ofendiendo los conocimientos de algunos entendidos, que la escena en la que un tipo medio tristón, probablemente borracho, se atreve con una gorda, y es reprimido por ese acto, ha sido inaugurada por cierto telurista decimonónico. Si se me permite, estimo que se pretende introducir de prepo al lector, en ciertas simetrías y cochinadas por el estilo, que se parecen más al plagio que a un despliegue creativo.

Pero volvamos ahora a las acciones:
Minutos antes, querremos pensar, que Juan habrá atravesado la placita en diagonal, y se habría encontrado de frente con la estatua del hombre que sueña, piensa o duerme de penar su estatismo de piedra, y unos metros más allá con el banquito de la plaza en donde tantas veces rastreara a besos limpios los caminos esquivos de su amada.
-No me dejes, Maria, no podría vivir sin vos- habría suplicado entonces.
-No hables así Juan, es demasiado exagerado-, respondería ella, en la misma ocasión, con una respuesta “a la medida”.
Y el alma del héroe se le habría venido al cuello estrangulándolo de llanto.
Ahora, habría pensado, tengo todos los datos de tu ausencia, todos los datos para pegarme un tiro en el anco y morirme como Dios manda.
Y acaso este fue el móvil por el cual quiso luego liberarse lo más rápido posible de ese recuerdo peregrino que le acariciaba como un monstruo melancólico.
-Ella no va a volver, eso fue todo- se repetía hasta el cansancio.
Y quizá, ya enpelotudizado de dolor y recuerdo, habría gritado a las cavernas de su alma:
¡La puta madre! ¿Qué carajos voy a hacer ahora?,
Ella no va a volver y hay que seguir viviendo. Ella no vuelve y yo no se que carajos hacer…

Luego cruzaría la calle y lo veríamos entrar al bar, ya en una consecuente y religiosa curda; acercarse a la gorda de las zanjas mojables, discutir con el viejo Pita, ser rescatado por Finito, y finalmente caer fusilado sobre su propio charco de babas en la mesa de mármol.

-Dejate de romper las pelota, boludo, que nos van a corre a la mierda de aquí- ha aconsejado Fiambre.
-¿Para que tomas si te hace mal?-
(Se abusa del lugar común)
-Pero, boludo, es una mina, una mina, nada más- consuela Finito.
(Tengo que insistir, se está abusando del lugar común)
-Si, ya se que vos la querías, pero así es la vida hermano, a todos le pasa-
(Se hace del lugar común, el encuentro del bolazo.
(Yo creo que ya ha sido suficiente. Abandone el libro el prudente lector, déle a estas hojas una utilidad más provechosa, pero no se limpie con ellas, el papel podría irritarle).
Hasta aquí Juan.

Texto agregado el 29-06-2008, y leído por 80 visitantes. (2 votos)


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