En la escena pintó un cuadrilátero, al momento
lo iluminaron de color azul, quizá intentando crear un clima de noche sin estrellas. Unos actores vestidos de negro armaron en silencio dentro del ring side, un confortable living de hogar,
de supuestamente el apartamento de Cintia,
donde convive con Quique su nueva pareja.
Ellos, que también entraron en silencio con la cabeza gacha. Asumieron como una actitud,
de deportistas que irán pronto a enfrentarse,
pero es evidente que en este precalentamiento evitan parecerse a boxeadores.
Arrojan como unas tibias pataditas raras de dos que lucharán pronto a morir, se refriegan las manos como estando de centinelas bajo el rigor de la escarcha y el viento helado.
Inmediatamente después de que la escenografía se montara con éxito en el cuadrilátero,
entraron saltando la soga con soberbia y valentía.
Pero una escena de trivial cotideaneidad se instaló en el texto sin pedir permiso;
hablan pavadas, que extraño tampoco muy bien se escuchan, aunque un clima denso presagia que pronto algo fuerte sucederá.
Están colorados como tomates de quinta,
además nerviosos, impacientes, histéricos.
Eso, histéricos, porque también está latente la posibilidad de tener sexo,
de que todo desemboque en una apasionante apasionada encamada de un espectáculo porno. Pero hay algo que carcome esos cuerpos,
eso que corroe es una intriga en el anima,
una verdad ya expresada que están tratando de digerir como un puchero sin mucha gracia con mucha grasa.
Quique: Ayer te encontraste con él,
lo supe porque tienes la cara desencajada como su hubieras gozado tantísimo.
Me cuesta tragar el aperitivo y respiro con dificultad. Siento que mi mente se sale de la razón, y anda por el espacio como un globo escapado de las manos de su dueño.
Pero no obstante te miro y me derrito como un helado al sol, veo tus ojos tiernos y siento que mi alma te pertenece, siempre estaré a tú lado
inclusive sumiso, pero eso sí, tendrás que soportar auyidos, bajo la luna llena llevando la pena de saber que no eres totalmente mía. Seré casi una sirena sonando que indica que hay catástrofe,
porque el dolor suelta alaridos que de seguro no lograré retener bajo ninguna circunstancia.
Cintia:(por primera vez enojada) Vos flaco te caes de caradura, sos como el suelo Marciano,
lleno de posibilidades pero inhabitable.
Primero mentís te ocultando tu identidad,
haciendo omisiones que no merecen perdón,
y hasta podría llegar a sentir deseos de matar te.
Pero bueno, yo hice de la pricencita enamorada
que compra sin mirar, que baja la cuesta rodando alegre de ver llegar a su hombre.
Mira, o mejor dicho escucha, te explico por ultima vez pues estoy cansada de repetir las cosas,
mi ex marido, que tampoco lo fue pues estábamos unidos por compromisos de sangre,
no pudo atenderme, escucha bien lo que te digo,
de ningún modo puede hacerse cargo de mi sensualidad, tiene cuerda para una vez por semana,
tan solo eso, cifra que me derrumba por completo el castillo; además dicho por él,
siente por mí no más que una amistad indestructible, una férrea hermandad.
O sea que por una miserable vez más que podamos hacer el amor como se dice al coito,
no voy a tirar todo por la borda pues te amo como a nadie. Mi cuerpo queda satisfecho cuando se funde con el tuyo y no tiene mas deseos ni intrigas de probar nada. Eres tú el que no ha podido encontrar una coartada creíble que justifique transgresiones que has tenido, a saber, en los horarios establecidos para nuestra mancomunión, ausencias injustificadas de las que no quieres mencionar palabras, marcas en la piel que yo no he propinado, moretones de evidentes besos profundos en lugares que nunca estuve.
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