Era de esos días raros, mezcla de apuros sin certezas.
La molesta secretaria, ignorante de mi estado de levedad, perturbaba indolente a través del intercomunicador, una y otra vez, sin piedad ni reparos. No es su culpa, no es hoy, el mejor de mis días.
El enésimo café no mejora mi estado, y ya comienzo a sentir en las entrañas, efectos no deseados.
Mejor me voy, hoy de nada serviré en este estado y menos aun si ni siquiera logro entender que me pasa.
Ya en la calle, camino meditabundo y sin rumbos, las figuras sin rostro pasan a mi lado ignorantes de mi, y yo de ellas.
Algo que no termino de descubrir tiene que estar molestándome, algo tiene que ser, pero que??.
Mi casa no es el destino elegido, solo camino entre nieblas hasta que algún tropiezo me devuelve la conciencia, pero solo por momentos y de nuevo la bruma.
Así de pronto, me descubro en un lugar conocido, en un antiguo Púb., que ha visto mejores épocas, y una parte de mi pasado lejano e importante.
Donde la conocí.
Hace ya tanto, no se cuantos años, 18...??, 20...??. Ha pasado mucho tiempo, mucho dolor y mucho mas olvido.
Es ya noche, pero lo extraño, es que no recuerdo que paso desde la media mañana, desde que salí de la oficina. Mas extraño aun me resulta encontrar una rosa roja en mi mano, que descubro al intentar mirar mi reloj de muñeca. Ja!!, ya me siento en un envejecido capitulo de Dimensión Desconocida, aunque de lejos mas parezco, simple y sencillamente, un desquiciado.
Sé donde estoy, pero no lo que me trajo, y porque. No me iré ahora, ya la curiosidad es mi dueña.
Entro al barsucho pasado de modas y falto de higiene. Un escalofrió súbito me recorre el espinazo.
Causa mas dudas que temor, pero bueno, en definitiva, si estoy en medio de un sueño, que podría pasar más que despertarme.
Recorro a rápidas vistas el despoblado lugar, mesas vacías, y una melodía conocida en el ambiente pero sin identificar crea el clima melancólico. Solo una mesa ocupada, gestos nerviosos al verme y una cara del pasado que desnuda sus formas al acercarme torpemente entre las sillas.
La sorpresa me golpea y me saca del letargo, es ella, es ella nuevamente y como siempre, y recuerdo. Claro hoy es el día, 20 años después y según lo acordado.
Ahora entiendo y es claro, ya puedo al fin razonar, mi promesa, estoy cumpliendo lo pactado.
Un acto reflejo me trajo.
Siempre cumplo mis promesas.