En la trinchera no hay descanso, el alma levita en un marasmo por culpa e ira, corriendo la venganza a contaminar por las raíces que consume nuestro polvo.

El pavoroso aullido de la bomba cayendo sobre nuestras cabezas.

Las trincheras están llenas, de cadáveres que viven aterrados…
Todo es dolor y odio.

Las trincheras están atestadas de gangrena y bocas de ratas que comen nuestra podrida carne y viceversa…

El zumbido del proyectil roza la rosa y sus pétalos descarnados chorrean la línea de sangre que une a asesinos y victimas. ¿es el destino?- matar o morir, cero conciencia, solo obediencia.

Gritos y estallidos, sicodelia en mi solo de trinchera,
Alucino al campo florido y verde que solía ser…
Las trincheras están llenas de voces que se niegan al olvido
Esa es la guerra…nunca lo supe hasta que la tuve encima, su boca culpable teñida de roja sangre, abierta-hambrienta, escurriendo en mi rostro enjugado con lágrimas toda su porquería.

Ese vaho nunca lo olvido ese olor a pudrición y carne quemada, es la entrada al infierno es la hoguera donde ardo para siempre…