A la muerte:

Encontrándome en mí aposento
Mi amada yacía encuadrada
En bronce, con las esquinas doradas y oliendo a pulimento
Su recuerdo me taladra el alma,
Veo su fantasma en la cama
Recargo mi mente
Con el tiempo que disfruté con ella
En esa pasada primavera.

Moho y podredumbre
Alcanzan mi corazón lleno de miseria
Por el recuerdo del dolor
En aquel viejo camposanto
Cuando yacía
Yo ante la tumba fría
Cuando su vida ya consumida
Atormentaba al corazón,
El alma vagante,
Por los huesos y gusanos
Que estrujó en sus manos.

El supremo,
El primero en mirarnos,
El sádico que dibuja
Rostros para atormentarnos
A nosotros los locos,
A los que aun vivimos.
Entre valles y sombras
Y en aquellas cosas
Tan vanas,
Que el alma se pone mala,
Y se escapa
En el abrazo infinito de la muerte y su guadaña.