PRIMER ACTO
27 de mayo, 14:32 hrs.
Consulta del doctor Ignacio Pérez Osorio, psiquiatra.
Alexis tamborileaba con los dedos en la mesa mientras el doctor Ignacio lo observaba desde el otro lado del escritorio. Ya se habían presentado pero el silencio luego del saludo era ahora incómodo.
-¿Qué le trae por acá?-. Preguntó el doctor.
-Estoy algo deprimido-. Respondió Alexis-. Supongo que es porque estoy de cumpleaños mañana... El asunto es que siempre me deprimo para esta fecha... pero ahora es distinto.
-¿En que sentido es distinto?
Alexis se acomodó en la silla y se miró las manos un instante.
-Tengo miedo. Estoy muy asustado. Todos los años me bajonéo para mi cumpleaños pero, además, cada vez la angustia se hacía mayor y ahora estoy terriblemente asustado.
-¿Cuántos años cumple mañana, Alexis?-. Dijo el doctor Ignacio, tomando notas.
-Treinta.
-¿Y me dices que cada año esta angustia ha ido en aumento?
-Exacto.
Un rato después, luego de varias preguntas y respuestas, que no los llevaron a ninguna parte, el doctor se quitó los lentes y se acomodó en su silla, mirando fijamente a su paciente.
-¿Ha pensado en la hipnosis?
-Estoy deprimido pero la idea de comer cebollas crudas o andar ladrando por ahí no me llama mucho la atención.
El doctor Ignacio sonrió y volvió a ponerse los lentes.
-Le hablo de hipnosis clínica-. Dijo-. No de esas de espectáculos. La hipnosis se ha usado por décadas en la medicina psiquiátrica. Es algo serio.
-¿Cree que eso podría ayudarme?
-Me interesaría hacerle una regresión. Revisar si en su pasado hay indicios del porqué de este comportamiento.
Alexis tomó aire, meditando la situación.
-Hagámoslo. Estoy dispuesto a probar cualquier cosa-. Dijo resuelto.
Unos minutos después, la sesión daba inicio. Alexis estaba semi recostado en un diván de la consulta. El doctor Ignacio había cerrado las cortinas y la habitación estaba en penumbras. El doctor estaba sentado junto a Alexis, quien observaba un pequeño objeto luminoso y oscilante. Se podía oír el sonido del mar desde el equipo de música.
-Ahora fíjese en la luz y relájese. Cuente lentamente desde el cero al nueve y de vuelta al cero.
Alexis tomó aire profundamente y comenzó a contar con la mirada fija en la luz que aparecía y desaparecía.
-Cero, uno, dos, tres, cuatro, cinco...
Cuando había llegado al tres en cuenta regresiva, el doctor comenzó a hablar.
-Ahora cierre los ojos y al llegar a cero comience de nuevo a contar pero hasta el ocho y vuelva al cero.
Alexis así lo hizo y su voz se hacía cada vez más imperceptible a medida que se relajaba. El doctor encendió una grabadora de video y comenzó a registrar la sesión. Un instante después, Alexis alcanzó el nivel de relajación que el doctor esperaba.
-Ahora vamos a volver atrás en su memoria, Alexis. ¿Está dispuesto?
-Sí-. Dijo Alexis, notoriamente en trance hipnótico.
Una hora y media de preguntas y respuestas llevó a doctor y paciente hasta el estado fetal de Alexis. Ahora llegaban al punto que el doctor deseaba, la regresión a la vida pasada.
-Dígame, ¿Qué está haciendo?
-Voy en un auto con mis amigos, vamos por la carretera. Vamos Christopher, Alexander y yo. Nos tomamos el fin de semana libre y vamos a pasarlo en la hacienda que tiene el padre de Alexander en las afueras de Cambridge. Estamos contentos, hoy es mi cumpleaños.
-¿Cuántos años cumple?
-Treinta.
-¿Cuál es su nombre?
-Richard Andrew Stanphor terce... Algo pasa.
-¿Qué ocurre Richard?
-Alex pierde el control del auto, los frenos no funcionan, nos acercamos a la orilla... el árbol, cuidado... nooooooooo.
El doctor le indicó a Alexis que saliera de ese momento y así fue. Alexis, aún en trance, sudaba y temblaba. El doctor lo hizo retroceder nuevamente hasta más allá de esa otra vida.
-¿Cuál es su nombre?
-Ester Ryan.
-¿Dónde está ahora, Ester?
-En la fila del American Bank, tengo que cambiar un cheque de mi esposo y reunirme con él para ir a cenar. Estoy contenta, me tiene una sorpresa.
-¿Por qué?
-Porque hoy es mi cumpleaños, cumplo treinta.
-¿Cómo se siente?
-No lo sé, algo extraña, tengo un mal presen... algo pasa en la caja, la cajera está levantando las manos... un hombre saca un arma... es un asalto... Oh, hay disparos... un hombre cae, detrás de mí hay otro asaltante, en la puerta... más disparos... aaaaaaaaaaah algo me dio en el costado... estoy sangrando...
Nuevamente el doctor sacó a Alexis de la situación y lo llevó a una vida anterior.
Tres horas después, el doctor, tan agotado como Alexis, lo había conducido por seis momentos anteriores. Todos momentos de muertes para Alexis, todos violentos, todos ocurridos en sus cumpleaños número treinta. Cuando Alexis volvió en sí, el doctor le mostró el video de la sesión. Una vez terminado de verlo, mientras ambos disfrutaban de un café y un sándwich. Alexis se animó a hablar.
-¿Cree que pueda ser eso posible?-. Preguntó.
-¿Qué parte específicamente?
-Que yo haya muerto siempre el día de mi cumpleaños treinta.
-Al parecer así fue.
-Entonces podría yo morir mañana-. Dijo Alexis, temblando.
-Esa no es una certeza-. Dijo el doctor Ignacio, tratando de calmarlo.
-Pero tampoco sabe que no puede ser así.
-Cálmese señor Alexis, no tome conclusiones apresuradas.
-¿Apresuradas? Doctor, estoy de cumpleaños mañana.
-Pero eso no significa que vaya a morir.
Alexis miró al doctor un segundo.
-¿Me puedo ir?-. Preguntó, casi tímidamente.
El doctor asintió en silencio pero antes de que su paciente saliera del cuarto le dijo:
-Nos vemos pasado mañana, me interesaría mucho.
Alexis asintió lentamente y salió.
SEGUNDO ACTO
27 de mayo, 23:19 hrs.
Bar y Restaurante “La Rosa Negra”
Alexis se sentó en la barra del atestado lugar y esperó que Paty se acercara a atenderlo. Nibaldo, el borracho habitual del bar, se acercó y se sentó junto a él. Apestaba a vino tinto y parecía que de nuevo no se había bañado en toda la semana.
-Hola compadrito Alexis-. Dijo, en el dialecto de los borrachos de oficio.
-Hola-. Murmuró el aludido.
-¿No tenís una gambita para la última cañita? Es la última, en serio, tengo que ir a trabajar-. Pidió Nibaldo, casi cayendo del taburete.
-La última vez que trabajaste fue sirviendo el vino en la última cena y al final les dejaste un puro vaso para los trece-. Dijo Paty, que ya estaba lista para atender a Alexis y había escuchado al borracho.
Alexis hizo un ademán con la mano de que no importaba y sacó del bolsillo un billete de cinco mil pesos. Se los pasó a Nibaldo sin siquiera sonreír.
-No trabajís hoy día, es sábado, además quiero que hagaí un salud por mí-. Dijo, ante la atónita mirada de la camarera y los llorosos e incrédulos ojos del beodo.
Nibaldo tomó el billete rápidamente por miedo a que fuera una broma y lo guardó en un bolsillo. Paty miró a Alexis con ojos enormes de duda.
-¿Crees en la vida después de la muerte?-. Preguntó Alexis a Paty.
-Estaría casada-. Dijo ella, lo que sacó una tímida sonrisa de Alexis.
-No, en serio-. Dijo él-. ¿Crees que alguien después de morir nace de nuevo cargando todas las cosa de la vida anterior en una cadena infinita?
-No-. Dijo ella, escuetamente pero sin parecer brusca-. ¿Qué te vas a servir? ¿Lo de siempre?
Alexis asintió y ella se volvió para prepararle un combinado blanco con limón. Cuando se lo sirvió, Alexis le tomó la mano para que no se alejara.
-¿Entonces no crees en la reencarnación?
Paty lo miró un segundo y también le tomó la mano.
-Creo que las cosas malas que uno hace las paga siempre en esta vida. Sería muy malo que estuviésemos condenados a pagar culpas por toda la eternidad por errores de un solo momento. ¿Qué te pasa? ¿A que viene todo esto?
Alexis tomó un sorbo de su trago.
-Mañana estoy de cumpleaños y puede ser que sea el último día de mi vida. Por lo menos de ésta que vivo ahora.
Paty y Nibaldo lo miraron. Alexis les explicó con frases cortas la sesión con el doctor Pérez Osorio. Cuando terminó tomó otro trago de su vaso.
-Esas son estupideces-. Dijo Paty-. Eso de la hipnosis son puras mentiras.
-No-. Dijo Nibaldo sosteniendo un vaso de vino en una mano y la botella en la otra-. Una vez a mi primo Ricardo, el del sur, ¿se acuerdan? El que una vez vino pa un dieciocho. Él me contó que a un amigo suyo lo habían hiponotizado y lo habían hecho creer que era mujer y le habían puesto un vestido y unas enaguas y lo habían mandado a sacar leche a las vacas así y... -. Se cayó de pronto, mirando el techo, tratando de recordar como terminaba la anécdota.
-Te digo que son estupideces-. Dijo Paty-. No hagas caso de este borracho que no sabe ni como se llama.
-Nibaldo Antonio Felipe Castro Castro-. Dijo el aludido antes de caer de nuevo en el trance que lo tenía mirando el techo.
Alexis miró a Paty y terminó su trago.
-¿Y qué me dices de las revistas y los programas donde los científicos hablan y dicen que es cierto? Lo de la reencarnación, digo yo.
-Son las mismas revistas y los mismos programas que hablan de los ovnis y... -. Empezó a responder ella.
-Yo vi un olni-. Gritó Nibaldo-. Estaba con mi primo Ricardo, el del sur, ¿se acuerdan? El que vino pa un dieciocho. Estábamos en el campo y una luz...
-Que hablan de los ovnis y los fantasmas...-. Continuó Paty sin darle atención al borracho, que parecía ya estar hablando solo.
-Yo vi un fantasma...-. Dijo Nibaldo, olvidando por completo lo que decía antes-. Estaba con mi primo...
-Ricardo-. Dijo Alexis-. Ese del sur que vino pa un dieciocho.
-Sí-. Respondió Nibaldo asintiendo con la cabeza, la mano, y prácticamente con todo el cuerpo, lo que casi lo bota de nuevo-. ¿Estabai con nosotros? No me acuerdo.
Alexis sacó otro billete de cinco mil y se lo dio a Paty.
-Por el combinado-. Le dijo-. El vuelto es tuyo por escucharme. Mejor me voy, quiero acostarme.
Paty guardó el billete y lo miró con aire preocupado.
-Quédate tranquilo, ya vas a ver que son puras leseras y rollos tuyos.
Alexis forzó una sonrisa y se puso de pie. Le dio una palmada en el hombro a Nibaldo, a modo de despedida y se dirigió a la puerta. Cuando salió, Paty sacudió al borracho.
-Ya, ándate tú también, es tarde.
-¿Qué hora es?-. Preguntó Nibaldo, tratando de ponerse de pie y manteniendo el equilibrio.
-Las doce tres-. Dijo Paty mirando su reloj.
Nibaldo se paró de golpe y salió corriendo.
Alexis salió del bar y sacó un cigarro del bolsillo. Se busco fósforos o un encendedor pero no encontró nada con que prenderlo. Miró a sus espaldas el bar y pensó en entrar a pedir fuego pero el desanimo lo hizo levantarse de hombros y desechar la idea. Estaba guardando el cigarro cuando vio algo muy parecido a una caja de fósforos en medio de la calle. Se acercó para verlo mejor y con gran satisfacción comprobó que en efecto era una, semiabierta y al parecer con fósforos en su interior. Se agachó a recogerla cuando de pronto Nibaldo salió corriendo del bar hacia donde estaba él. Alexis lo vio en el momento preciso en que el borracho tropezaba en la cuneta y salía disparado, golpeándolo y arrojándolo al otro lado de la calle. En eso y de la nada, un auto a toda velocidad golpeó a Nibaldo y lo elevó en una pequeña curva estrellándolo contra el parabrisas. Gente del bar salió con el estruendo a ver que ocurría. Alexis, a pocos metros, calculó de inmediato que de no ser por el borracho habría sido él el atropellado. Se puso de pie y corrió hacia el herido, quien estaba bañado en sangre y cubierto de esquirlas de vidrio. Un gran trozo se le había incrustado en el costado. Se arrodilló junto a él y trató de levantarlo mientras la gente daba gritos histéricos, llamaba una ambulancia o veía al conductor del auto, también mal herido.
-¿Por qué saliste así?-. Preguntó Alexis a Nibaldo, notando que no había nada que hacer por él.
-Son las doce-. Dijo Nibaldo, escupiendo sangre-. ¡Salud! ¡Feliz cumpleaños, compadrito!
Fue lo último que dijo antes de que un acceso de tos le hiciese vomitar más sangre y un último aliento a vino tinto saliese de él.
|