Pinceladas del Río Viejo Paraná

Transitas por caminos serpenteantes
Internándote tras el horizonte.
Tal vez con la intención de esconder
Heridas de las que no se ocultan, o quizás…
En la búsqueda de algún pensamiento aturdido de estupor
¡Sólo tú lo sabes¡
Traes desde tu naciente, ramas rotas, limo y
Camalotes, que albergan atípicas especies de otras regiones
Como presagio de esa furia contenida de veranos
Que adentran sus huestes.
Los pececillos desatan los nudos de tu larga cabellera,
Hilos de agua marrones, que la luz del sol no penetra
Y el vapor que alzas por las mañanas, no alcanza
A mitigar el miedo que impones.
Ríos y arroyos desaguan en tú ancho cauce,
Que crece y deja, que baja y seca.
Donde el tiempo dibuja la silueta que tienes,
Esculpidas con tus propias manos.
A la vera de tus orillas irregulares,
Abruptas algunas e imponentes otras.
Los sauces, lloran, ante tu magnificencia,
Descargando lágrimas a tu paso
Las locas mariposas erráticas con un sinfín de libélulas
Despliegan alas a la suave brisa, en el que un tordo solitario
Vuela dúctil. Trazando una pincelada
color carbón en el diáfano cielo.
El zumbido de picaflores alrededor de Ceibos en flor
Que no han faltado a su cita,
Hacen ecos, con el cantar de los grillos, simulando un violín,
Que endulzan tus rarezas.
Paisajes que la naturaleza regala a medida que transitas,
Llenos de colorido y sinfonías con sonidos claros,
Entremezclándose con la música y susurros
De todo aquello que habita en ti
Por las noches el silencio se agota en las hierbas
De las islas de enfrente, donde el resplandor plateado del surubí
Se disimula entre estrellas y luminarias reflejadas desde la ciudad
Que algún pez dorado dispersa como si nada,
Borrando ese esplendoroso espectáculo que allí se produce.
Mientras, la dama del agua, vieja como tu, hermana del fondo
Subyace, casi inerte, nutriéndose
Testigos inobjetables del transitar de Barcos cargueros de ultramar,
Deslizándose como bailarina de valet en trance sin caerse
“El monumento a la Bandera” y “El Puente”
Los pescadores como en atalayas posados
En la costa, reclaman los frutos que dispensas,
Horas son la que te observan, miles las ilusiones que transitan
Con la intención casi obsesiva de descifrar secretos y acertijos bajo el agua
La misma que lava y expulsas desechos en el largo
Recorrido que a la mar llevas.
¡Rió Viejo Paraná¡ Muchos cantores te han hablado
Y poetas te han dicho, pero incólume e impertérrito
Permaneces, siempre dispuesto a saciar la sed
De quienes te reclaman.