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Y aun allá abajo el tiempo sigue siendo,
esperando, lloviendo sobre el polvo,
ávido de borrar hasta la ausencia.

Pablo Neruda

Se terminó el café de un sorbo, saboreando el rezago final. Mirando el fondo de la taza, tal vez por el vacío o el delicioso aroma acre que aún perduraba a pesar de haberlo bebido todo, se sintió sola.

Trece meses desde el día amargo en que lo vio por última vez.

Cuando le trajeron el pastel, al cortarlo con el tenedor le dieron ganas de llorar. Sintió como danzaban las lágrimas en sus ojos. Miró de reojo las mesas vecinas para comprobar una vez más que el local estaba casi sin gente. No le gustaba que la vean triste.

Respiró para tranquilizarse y probó la mezcla deliciosa de crema y fresas que tenía delante. No pudo evitar acordarse de aquella vez en que ambos saborearon el mismo postre pero sobre la piel del otro. No pudo evitar traer los recuerdos de las veces en que los sorprendió la mañana conversando y acariciándose después de hacer el amor repetida e incansablemente. El sonido ronco de su risa. La piel suave de su espalda. Su lengua áspera y experta. La canción que había compuesto para ella. Y esa otra que habían bailado tantas veces, que hablaba de un hotel extraño con espejos en el techo y champagne rosa. Se estremeció perceptiblemente y la tristeza se deslizó lentamente apoderándose de ella hasta dejarla casi sin aliento, incapaz de sentir nada más que desolación.

Siete años había durado su amor. De repente hubo más palabras de fuego que labios ansiosos, y sus manos antes tiernas, una vez la golpearon y desgarraron su ropa. Sus lágrimas escaparon y corrieron desordenadamente por sus mejillas. Ya no le importó que la vieran.

Recordó aquella noche en que, después de algunos meses de reproches, separación y de necesitarlo tanto, se habían amado despacio y llorando, aunque ella supo después, que todo fue nada más que un hermoso espejismo.

Después de pagar su consumo en aquella cafetería donde se habían visto por primera vez, caminó lentamente casi una hora hasta llegar al malecón, donde la esperaba ese mar gris y calmo de siempre. Se dirigió hasta el borde y dejó que la brisa helada le desarreglara los cabellos que ahora apenas le rozaban el hombro porque hace unos días había cortado su larga cabellera, sólo porque él no la acariciaría ni admiraría nunca más.

Era el mismo sitio donde mucho antes, él había gritado con todas sus fuerzas su declaración de amor, sorprendiéndola, provocando la risa de ambos y el abrazo apretado. El mismo sitio mudo y tranquilo que los había contemplado besándose por primera vez, acariciándose como si recién descubrieran el deseo.

Un paso más. Se asomó al precipicio y sonrió, allá abajo estaba el misterioso, impredecible, tranquilo y helado océano que convertido en espuma amarillenta bañaba las piedras.

Otro paso. Desabrochó la cadena que sostenía el dije de plata en forma de unicornio que él le había regalado y lo dejó caer, pensando en la canción que tanto les gustaba, esa que habla de uno perdido y azul.

Otro paso. Entonces pensó que si saltaba, su grito se ahogaría inevitablemente en el rugido ocasionado por las rocas que se precipitarían con ella al mar. Abajo aún se veía el dije, brillando sobre unas rocas cubiertas de moluscos; pero pronto el agua se lo llevaría al fondo.

Suspiró hondamente, secando sus lágrimas con el dorso de su mano y le sonrió a la única tímida estrella que parpadeaba débilmente en el cielo. Le encantaban ambos, el mar y las estrellas. Desde niña siempre eran su refugio cuando se sentía sola. La invadió entonces una sensación de tranquilidad, casi de alegría.

Después de unos segundos, dio media vuelta rápido, alejándose de ese lugar que ya no visitaría más. Encendió un cigarrillo y caminó de vuelta a casa, pensando en el tiempo y en aquel verso que le gustaba tanto.

Él estaba muy lejos, pero no tanto para que no lo alcanzara el olvido.

HG - Junio 2008

Texto agregado el 26-06-2008, y leído por 392 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
27-06-2008 Buen relato, lo mejor: el final. nefftali
27-06-2008 gran frase final eride
27-06-2008 Ahh apasionado y nostálgico...no es recomendable para mujeres con el síndrome premenstrual. Bellísmo texto! xwoman
26-06-2008 Encantador relato, lleno de melancolía pero también de esperanza y fuerza. Me encanta como escribes !! Mil estrellas ! isamar
26-06-2008 me ha gustado mucho ;) Zawa
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