no todo es locura soledad y muerte asfixiante lenta
todavia quedan algunos recuerdos felices
mi abuelo tumbado ebrio por el alcohol debajo del arbol de granadas
cantando viejas canciones y sudando y despidiendo un agrio aroma que emborrachaba a los insectos que lo acompañaban y cantaban con el sus raras coplas
dormitando se quedaba ahi las horas sosteniendo en su mano derecha una botella de licor que no he vuelto a encontrar en estos dias pero cuya imagen estampada todavia me mueve a reflexion profunda
habia en ella un viejo sosteniendo una botella de cristal igual a la que tenia mi abuelo en su mano
y dentro de esa diminuta botella habia otro viejo sosteniendo otra botella igual y asi supongo que seguia hasta que era imposible distinguir las formas que se iban haciendo minusculas hasta ser imperceptibles
recuerdo el dia antes del domingo cuando todos nos reuniamos y todos los mayores se emborrachaban y las mujeres cocinaban rica comida y los hombres hacian bromas obsenas y nos mandaban a otra parte pues por ese tiempo aun estaba prohibido escuchar
recuerdo a la niña que en primaria me mandaba cartas de amor donde dibujaba dos figuras que simbolisaban el ella-yo y decia que algun dia nos casariamos
cuando despues de ir a la iglesia cristiana entraba en la dulceria y me robaba los chocolates escondiendolos debajo del sombrero que usabamos en el coro para cantar alabanzas
recuerdo las navidades y la espera para abrir los regalos pedazo de plastico que nos divertia por varias semanas despues
a veronica y sus labios adolscentes sobre los mios y el calor de su cuerpo temblando entre mis brazos
y los dias en el tribunal para menores
y cuando estuve a punto de morir por beber demasiado
y los dias de escuela y las mujeres que ame y los maestros que odiaban tener que estar todos los dias delante de nosotros
la noche con Karen en el chamizal ebrios golpeandonos y persiguiendonos subiendo a los arboles y riendo y llorando.
a cinthia y su cuerpo de negra y su cabello rojo y rizado y sus labios carnosos
y a las mujeres que lloraron al saber que me habian perdido para siempre