Me penetra el dolor de tus exagerados pensamientos,
Me asfixia el aire contaminado que aún respiras.
Me quema tanto el fuego lento de tus estúpidas palabras,
Me golpea el llanto fabricado por tus irónicas fantasías.

De noche y de día siento que me succionas,
Que me clavas un cuchillo sellado de maldad por la espalda
Y resbalan las cenizas de mi ser destruido;
Ya no seguiré nunca más viva aunque argumentes con hipocresía.

Yo para ti jamás volveré a ser alguien,
Aunque te llore sangre recorriendo por mis venas.
Y tú aunque te arrodilles suplicando perdón por lo que hiciste,
Seguirás siendo cruel por el daño que causaste;
Me sacaré el clavo de tu fingida inocencia,
Jamás volverá a sufrir mi alma.

Tal vez te odie, tal vez te ame; aprenderé de tu inteligente rencor.
Yo sé bien que soy culpable por haberte dado todo,
Muy bien lo estoy pagando; ese fue mi gran error,
Tú perfectamente conoces el sarcasmo
Un vagabundo tonto e ignorante se ha convertido tu destino.

Nunca más sabrás de mí en tu disminuido camino,
De las que eran flores ahora serán espinas,
He firmado con las gotas de mis lágrimas
La muerte eterna de tus malditos suspiros.

Ya nada me ata a ti ; para mí sólo eres un cadáver que se sepultó ayer…