5 segundos, 32 minutos, 40 horas.
Una vida entera empapada en color de algas.
Desde que deje de verte, de abrazarte. De besarte.
Ya mis pasos monótonos no suenan tanto.
Y mi respiración entrecortada disminuye cada noche, de tu noche.
Déjame descansar en esta duna sonriente, destino.
Y camina junto a otra ingenua esperanzada, enamorada.
Yo ya no te sirvo, abandóname sentimiento.
Que me canso de llorarte, y recordarte.
El amor no es para sinceras como yo.
No es para gente con manos abiertas y corazones profundos.
No me lleva del brazo, no acaricia mi cabeza.
Confundida mente, bañada en pena, ahogada en pastillas.
Me duele el cuerpo y el alma, corazón, desde que ya no estas.
Transpiro y espero hoy, mirando esta ladera.
Montaña sudamericana, de penas históricas pero silenciosas.
La mar limpiara mis pies después de correr tras de ti en mis sueños, y no alcanzarte, porque ya no cantas, ni discutes.
Se borran
Al amanecer tus pestañas largas como abanicos.
Tu lengua húmeda de mentiroso adictivo.
Tu corazón que latía, pero no por mí, ni por mi nombre
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