Soy una muñeca dañada por el tiempo y el abandono.
Mareas bajas y altas han contemplado los ocasos de mi infancia poco concurrida, y el sol decayó en mi regazo la tarde que murió mi corazón.
Me rompiste el alma, niño travieso y desinteresado.
Me arde el rostro, mis manos cansadas de escarbar estos recuerdos me dicen; ¡IDIOTA! tonta sincera, con una mueca insufrible de satisfacción jocosa.
Una burla, soy una burla de la vida.
Aprende, que mi vida es un libro abierto.
Es tu manual, del no hagas ni esto ni aquello.
Corre, no camines.
Habla, no grites.
Llora, no rezongues.
Ama, no lastimes.
Agradece, no desperdicies.
Vive, y mata a quien quieras con tus palabras, pero no a mí. No a mí que ya estoy muerta, y sigo caminando.
Vive lejos de mí, lejos de mi mente y deja de visitar mis noches, que me duele, y me margina.
Escucho una risa dentro de mi cabeza, diciéndome cada día lo triste que me veo sentada en un sillón de dos metros pensando como se me fueron los días, pensando en nada y acariciando todo con tu rostro grabado en la palma de mis manos. Estúpido sueño de cariño perdido, ridícula esperanza de volver a verte.
Un carnaval de misericordia anónima, por mí, por mi pena.
Cada día recogeré los pedazos de mí, y los pondré en la gaveta donde olvidaste tus palabras. Donde me olvide de mi miedo, el gran error del amor.
Casi es medianoche, prendo mi cigarrillo.
Respiro una vez mas el humo de mi existir y lo dejo ir, como mi mente, como mi tristeza.
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