¡¡¡ Carajo!!!
Estoy solo en mi casa, con la única compañía de mi gato, me acuerdo de ti y me dan ganas de llamarte. Veo mi teléfono, ese pequeño aparato plateado ese el único nexo entre tú y yo en este momento, pienso y digo “Mejor no”.
Ráfagas, vivencias y recuerdos pasan por mi mente.
El teléfono está ahí.
…Te estaba esperando, como siempre tenía el presentimiento de que no vendrías (Ya ha pasado eso muchas veces), y sino ya estabas más de media hora tarde.
Estaba a punto de irme y te vi aparecer por la esquina, y como siempre sentí emoción.
Yo sabía que no merecías nada, y que sólo jugabas conmigo, pero en una actitud completamente masoquista te seguía el jueguito enfermo, solo que nunca era mi turno de tirar los dados, sino que siempre eras tú quien tiraba por mi y yo recorría las casillas que tú querías que avance, y al final quien ganaba eras tú. Me estaba obsesionando contigo.
Estoy viendo mi teléfono, quiero llamarte, ¿Pero qué pasaría si no me contestas? Supongo que te llamaría de nuevo, y si lo haces ¿Qué te diría? No sé lo que quiero decirte, sólo quiero llamarte, escucharte, aunque sea para callar por largos minutos y no decir nada importante. Tomo la caja plateada, marco tu número pero me desanimo y corto la llamada.
Y Mi teléfono sigue ahí.
No me sentía con ganas de salir ese sábado, pero me convencieron, casi a rastras fui a la fiesta, entré en el departamento y te vi, en medio de muchas personas, me llamaste la atención desde el principio, pero mi orgullo y soberbia no me dejaron acercarme a ti, como siempre esperé a que seas tú quien dé el primer paso.
Ni bien nos encontramos de cerca hubo gran química entre tú y yo, charlamos un momento y nos besamos, nos besamos por mucho tiempo.
Acabada la fiesta me pediste mi número, te lo di y tú me diste el tuyo.
Al día siguiente me llamaste, hablamos de todo y quedamos de vernos en esa semana. Te llamé y fue esa la primera vez de muchas que me dejaste esperando, y que al final jamás aparezcas.
Decidí olvidarme de ti y no llamarte más, pude cumplir eso por dos semanas, pero luego de ese tiempo volví a llamarte.
Tengo hambre, voy a la cocina, me sirvo un vaso de leche con galletas, le doy su cena a mi gato. Al salir de la cocina veo mi teléfono y pienso en ti, de nuevo, lo tomo y quiero llamarte, pero algo dentro de mi me dice que no debo hacerlo, que ya me he rebajado demasiado por ti, entonces lo dejo.
Pero sigue ahí, retándome, incitándome a que te llame, me dice “Cobarde, llámale”, pero no lo hago.
A pesar de los desplantes comenzamos a chatear muy seguido, y un día me dijiste q me visitarías, lo hiciste y fue una de las mejores citas de mi vida, la pasamos como nunca antes lo había hecho, nos besamos, pero no llegamos más lejos, ni tú ni yo queríamos que se pierda la inocencia de simples besos. Te fuiste a las 3 a.m.
Habíamos hecho planes para el día siguiente, debíamos vernos...
…Te estaba esperando, como siempre tenía el presentimiento de que no vendrías (Ya ha pasado eso muchas veces), y sino ya estabas más de media hora tarde…
No aguanto más, tomo mi teléfono con toda la intención de llamarte, te marco, pasan unos segundos que parecen largos minutos, hasta que por fin escucho algo:
Una voz femenina que dice:
- “Su línea no tiene suficiente crédito para efectuar esta llamada”…
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