Es un cerdo; un cerdo al final de una correa colorada, es una evolución, una involución, desevolución, una dama en apuros y luego una mandíbula desencajada de labios rojos, como la correa, solicitando un servilletero; un experto del tarot equivocado seducido por una madame y rechazado por una puta, es una melena al viento, y luego recogida, y una vuelta a empezar y a terminar.Es una risa infantil adornada con un carmín que se desvanece. Un ginebra blanco y solitario el culpable de una risa furtiva, que no de niña ya, sino de viejo, en un cuello que ahora es rojo sin nisiquiera quererlo.
Es la degradación (o la gradación) de la seducción al absurdo, unas piernas cruzadas que sostienen una barriga de tonos amarillos. Son voces de lenguas demasiado grandes, tacones rojos y sandalias made in taiwan. Y el pelo suelto, y recogido, y vuelta a empezar. Una tez morena con mirada ausente que comparte espacio con niños, viejos y putas. Es un café similar a un Bourbon, y una huida inminente. Un final absurdo y lleno de halagos interesados.
Un final al fin y al cabo. |