Bueno, se hizo tarde, podrías decir. Se hizo tarde y quizás agregar que tienes lo dedos congelados. Podrías decir eso. Sería correcto. No sería mentir, porque mentir es malo, al fin y al cabo. Puedes decir eso, o quizás, si es que te atreves, aunque no creo que te atrevas, no te atreverías nunca, decir que sientes millones de cosas inefables. Lo que podrías hacer, en vez de decirlo, porque decirlo es imposible, porque no puedes, ni yo tampoco puedo por ti, es escuchar un poco de música o sentirte en complicidad con tu propia vida, si es que eso tiene algún significado para ti. Podrías buscarle un significado para ti. Quizás escuchar una canción en la calle de noche. Porque están heladas estas noches. Están heladas aún de día, cuando la noche está llena de ese sol refulgente que no calienta nada. Como hoy. Cuando el viento te golpeaba la cara y te congelaba las mejillas y no podías hacer otra cosa más que mirar furtivamente adelante, como buscando una oportunidad para fusionarte con el cemento o para transformarte en una especie de acorde o riff de alguna guitarra de indie rock.

Empecemos de nuevo. Si le pongo play otra vez a la misma canción quizás podría decirlo todo más claro. Aunque quedamos en que "decir" no era lo más correcto. No sabemos decir. Me incluyo, así como tú no puedes, yo no puedo. Yo también puedo fusionarme con las rocas, o fingir que el universo conspira para las oportunidades esotéricas cuando no es cierto. Lo que sí puedo hacer es invocar tus propios fantasmas desde mi posición y escuchar las mismas canciones varias veces, pero sin el melodrama habitual. Dejarlas correr y sentir esas extrañezas en las venas, o desde las rodillas, no sabría describirlo mejor. Algo extraño que no me deja pensar en ninguna cosa salvo esto, que no es nada en el fondo; que no es nada porque no sé cómo decirlo, porque si pudiera decirlo todos nosotros seríamos quizás unas especies de genios proscritos.